viernes, 6 de febrero de 2009

LOS IMPLEMENTOS AGRICOLAS

LABRANZA PRIMARIA
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INTRODUCCIÓN
La preparación de la tierra para los cultivos exige
un primer paso que es la labranza primaria, de su
buena ejecución deriva la calidad de las labores pos-
teriores de mecanización que se efectúan en el suelo,
por ello usted va a adquirir con el estudio de esta
unidad, los conocimientos necesarios como son los fac-
tores que influyen en la labranza, la selección de
implementos, los métodos de roturación del suelo, al-
gunos conceptos modernos sobre labranza mínima y no
1abranza.
El implemento utilizado para esta labor es el arado
que usted conocerá con el estudio y aplicación de pos-
teriores unidades.
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Finalizado el estudio de la unidad, usted estará en
capacidad de:
Definir el concepto de labranza primaria.
Enunciar oralmente o por escrito los factores
que determinan la labranza primaria.
Identificar y seleccionar los implementos de
labranza primaria.
Enunciar los métodos de roturación
Describir oral o por escrito el concepto del
trazado de un lote.
Diferenciar los conceptos entre labranza mfnima
y no labranza.
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NOTA ACLARATORIA
Le solicítalos el favor de observar detenidamente el contenido de esta
unidad.
Si usted conoce los temas que hay en ella, hágalo saber a su instructor
para que presente una prueba y pueda seguir adelante.
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DEFINICIÓN
Labranza primaria son las operaciones de romper, inver-
tir y airear el suelo, como también eliminar malezas,
mediante la utilización de varios equipos o implementos
como: arados de vertedera, arados de disco, arados rota-
tivos, escarificadores y subsoladores.
Esta operación se realiza para romper la capa superficial
y aflojar el suelo en una profundidad de 15 - 90 cmts. y
así obtener una buena cama que facilite la siembra y el
desarrollo de las plantas.
Actualmente se estln ensayando nuevos sistemas "labranza
mínima y no labranza" cuyo objetivo es brindar las con-
diciones mínimas necesarias para el buen desarrollo de
las plantas pero disminuyendo al mSximo las labores de
preparaciön del suelo.
CARACTERÍSTICAS
Roturar el s
uelo con di
ferentes
Invertir el
prisma de s
uelo
Incorporar a
atería orgs'
Dar mayor ai
reaciön al
suelo
Permitir me.
or permeai)
lidad
Controlar p
planta
agas y enfermedades
OBJETIVOS
i de la cama de :
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El arado es posiblemente la herramienta agrícola más
antigua de la historia. Se conocen arados desde 900
años antes de Cristo.
Los componentes del arado de madera se unfan general-
mente por medio de tiras de cuero de animal, debido a
que carecían de clavos, bufones o alambres.
El arado romano fue mejorado por los holandeses, luego
en 1730 fué importado a Inglaterra. En 1756 aparece el
arado con vertedera de hierro.
La vertedera curvada apareció en 1760, a fines del siglo
XVIII se produjo el cambio en Inglaterra del arado de
madera al arado de hierro.
En América Tomas Jefferson y Daniel Webster fueron los
primeros en introducir mejoras en el arado. Charles
Newbold obtuvo la primera patente para la fabricación de
arado de hierro fundido en el año 1797. Los agricultores
rechazaron este arado de hierro por considerar que enve-
nenaban el suelo. En 1814 se perfecciono el arado con
una curvatura que permitía voltear la tierra con unifor-
midad. ' *
En 1831 Joth Jone empleando tres secciones de un serrucho
de mano construyó el arado de acero.
En 1837 John Deere construyo un arado de acero (reja y
vertedera en una sola pieza).
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FACTORES QUE DETERMINAN El TIPO DÎT PREPARACIÓN
Humedad
Topograffa
Características físicas del suelo
Profundidad de las rafees del cultivo que
sembrar
CONCEPTO MODERNO DE MINIMA Y NO LABRANZA
Para los sistemas de mfniraa labranza y no labranza, el uso de her-
bicidas es la base fundamental para un efectivo control de las
malezas, lo cual permite reducir la utilizaeiön de maquinaria agrì-
cola en la preparador del suelo.
Los herbicidas a utilizar deben reunir ciertas características como
no residualidad, que se descompongan rápidamente, que no perjudi-
quen el cultivo a sembrar, de una alta efectividad y que no sean
volátiles.
? desrninuye la util 1-
Disminuye los costos de preparación del suelo
Permiten sembrar suelos con mayor pendiente.
lelo ya que permite disminuir
Disminuye los costos de mantenimiento de máquinas y equipos.
Mejora la estructura del suelo.
Conserva la humedad disminuyendo riesgos.
Se disminuye la compaetaeiön del suelo ya que hay menor pisoteo
por maquinaria.
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Mínima labranza.
Es un sistema de producción agrícola donde el uso de maqui-
naria agrícola para la preparation del suelo es reducido a
diferentes niveles. Se trata de disminuir al máximo el labo-
reo del sistema convencional durante el proceso de prepara-
ción del suelo para la siembra.
Es posible suprimir la aradura o quizás uno o dos pases de
rastrillo dependiendo del tipo de suelo y cultivo a estable-
cer. Los implementos que se utilizan en la mínima labranza
son: la guadaña que se utiliza para destruir la soca y male-
zas del cultivo anterior. El rastrillo o rastra - arado, que
permite incorporar superficialmente los residuos en el suelo
y acondicionan la cama de semilla.
No labranza.
Es un sistema que permite producir granos u otros cultivos
sin el rompimiento de la capa vegetal, con este sistema se
cambia el uso de un implemento agrícola."la guadaña" que
puede o nó usarse dependiendo del tamaño de la soca y malezas
como también del cultivo a sembrar y la utilización de un
herbicida que va a controlar la maleza durante los primeros
estados de la planta.. Con este sistema no se usan arados ni
rastras, el implemento utilizado es la sembradora la cual ha
sido modificada para portar un juego especial de discos que
le permite abrir el surco o guía donde la sembradora deposi-
tará la semilla,
El objetivo de estos nuevos sistemas es reducir al máximo el
laboreo del suelo con lo cual se disminuye el pisoteo al
suelo para evitar la compactaciön por el peso de la maquina-
ria y a su vez se reducen los costos de preparación del
suelo.
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G. IDENTIFICACIÓN DE LOS IMPLEMENTOS
Arados de disco
Ihttp://74.125.95.132/search?q=cache:DKYzYvW66KwJ:www.lablaa.org/
blaavirtual/ciencias/sena/agricultura/labranza-primaria/labranprim1a.pdf+historia+de+los+equipos+
para+la+preparacion+del+suelo&hl=es&ct=clnk&cd=10&gl=ve

martes, 3 de febrero de 2009

HISTORIA DE LA AGRICULTURA

Este proyecto educativo está en permanente cambio y construcción, si usted desea participar en él, mediante la inclusión de su experiencia, o información sobre el tema, tales como: anécdotas, leyendas, información al respecto, fotografías u otras que Ud considere relevante, por favor envíalas por eagronet0101@hotmail.com o eagronet0101@yahoo.com, eagronet0101@gmail.com la incluiremos con mucho gusto y siempre estaremos agradecidos por su deferencia y atención.

Etimológicamente a. significa «cultivo, cuidado de los campos». La a. en sentido amplio es el proceso del conocimiento y aplicación voluntaria y consciente de los principios del cultivo de las plantas útiles al hombre. En sentido estricto a. es el cultivo intensivo de los campos con el arado (v.), denominándose horticultura (v.) o a. de azada la realizada con medios simples y arcaicos de carácter más primitivo, frecuentemente el almocafre o pincho de cavar y layas de madera, más que la propia azada metálica. El descubrimiento de la a. es uno de los sucesos más decisivos de la Humanidad. Supone un cambio radical no sólo en la economía, al permitir el aumento de población, sino también en la estructuración y concepciones espirituales de los distintos grupos humanos, y es presupuesto básico para otra serie de descubrimientos e inventos (entre los más inmediatos, la cerámica y la tejeduría) que, enriqueciendo el patrimonio cultural, constituyen la piedra angular sobre la que se han edificado las formas de vida posteriores. Las consecuencias más próximas son el sedentarismo de las primitivas comunidades que se constituyen en poblados y la liberación de parte de la población de la continua búsqueda de alimentos. De esta manera, la existencia de tiempo libre permite acelerar el proceso cultural, independizando al hombre de la naturaleza. 1. Origen. La producción intencional de plantas útiles junto con la domesticación de animales, o sea, la posibilidad de producción artificial de alimentos tiene su origen en el Neolítico (v.), hace unos 8.000 años. Según los actuales conocimientos, hay fundamentos razonables para inferir que este hecho acontece por primera vez en un solo lugar, aunque esta opinión no la comparten unánimemente los investigadores. Parece ser que las plantas se comienzan a cultivar antes del 6.000 a. C. en el Próximo Oriente, donde se encuentran en estado silvestre algunos cereales que el hombre cultiva por primera vez. Esta región es, con toda probabilidad, el centro donde se crea la a., según revelan las excavaciones arqueológicas de los poblados de Jarmo y Jericó (v. IERIcó II), donde en los niveles más profundos encontramos indicios de la posesión de cereales (v.) y algunos animales domésticos (v. ANIMAL I, 3), aunque todavía no aparece la cerámica, otro de los elementos típicos que se originan y difunden con la a., en el Neolítico. El proceso del cultivo y cosecha de plantas alimenticias transcurre en un lapso largo de tiempo que posiblemente abarca un milenio, en el que pueblos mesolíticos (v. MESOLÍTICO), como es el caso concreto de la cultura palestiniense denominada Natufiense (v.), recolectan especies de gramíneas (v.) silvestres que almacenan en sus campamentos. No es aventurado suponer que la observación de la germinación (v.) de las especies vegetales transportadas a los campamentos y que pudieron caer al suelo o bien arrojadas entre los restos de.los alimentos habría de conducir a la idea elemental de provocar esta germinación de una manera intencionada. Ello acontecería de un modo gradual y desde luego la idea se aplicaría con toda probabilidad a causa de la escasez de alimentos procedentes de actividades cinegéticas (v. CAZA), dada la universal resistencia de todo grupo humano a cambiar de hábitos alimenticios. La invención de la a. se atribuye a la mujer por la razón obvia de ser ella la que en las comunidades de cazadores tiene la misión de recolectar las plantas comestibles, junto al hecho de que, por motivos de su propia naturaleza, son los miembros femeninos del grupo los que permanecen durante más tiempo en los campamentos, razón por la que el desarrollo de las dotes de observación típicamente femeninas conduciría al conocimiento de los principios de la germinación y desarrollo de las plantas. Este fenómeno lleva a la escuela etnológica históricocultural de Viena (v.) a señalar los elementos característicos del ciclo agrícola matriarcal originado por la posesión de la mujer de los conocimientos de la germinación. Este ciclo estaría caracterizado económicamente por una incipiente a. en la que la mujer desarrolla las tareas propias del sembrado y cuidado de las plantas, en relación con concepciones sociales y religiosas que motivan el predominio de la mujer en la sociedad, en la que la idea de la fecundidad y sus conexos (sangre y fertilidad, ciclos lunar, agrícola y femenino), y el arraigo de las prácticas mágicas (v. MAGIA) constituyen rasgos típicos de los pueblos agrícolas. Todo ello se desarrolla posteriormente en las concepciones religiosas de carácter telúrico en torno a la Madre Pristina o gran diosa, y en las divinidades infernales objeto de antropomorfización (v. ANTROPOMORFISMO), no exenta de carácter poético, en la religiosidad clásica grecolatina. 2. Difusión. Respecto al problema del origen y difusión de la a., aun considerando que existe un solo centro, que puede haber sido el ya citado Próximo Oriente, hay otros dos focos donde la aplicación del principio del cultivo de plantas conduce al descubrimiento de otras variedades vegetales. Estos centros de difusión de la a., que pueden haber surgido independientemente y sin ninguna relación con los del Próximo Oriente, aunque esta opinión es cuestión ampliamente debatida, son los del Sudeste asiático y el del Nuevo Mundo. La importancia de estos focos como centros difusores del cultivo de nuevas plantas es evidente. En el Sudeste asiático se producen plantas muy distintas de los cereales del Próximo Oriente, tales como los taros y ñames. C. O. Sauer cree que se trata de un proceso derivado del trasplante de raíces y esquejes, efectuado por pueblos mesolíticos pescadores que habitaban las costas y las márgenes de los ríos y que necesitarían fibras para la confección de redes y venenos para la pesca (v.). Como puede observarse, el principio en el que se basa (duplicación de plantas en desarrollo) es muy distinto de los que rigen la germinación de los cereales. Queda, no obstante, sin resolver la posible prioridad en relación con la a. de cereales del Próximo Oriente, y aun el origen autónomo sin influencia del Sudeste asiático. De todas maneras es evidente la existencia de este foco, ya sea derivado u originario. Un tercer punto de difusión de especies vegetales, altamente especializado, se constituye en Mesoamérica. Este foco da lugar a las tres quintas partes de las riquezas agrícolas. Entre estas plantas cultivables y de excepcional valor económico actual para grandes contingentes humanos, se pueden citar la patata, maíz, tomate, pimiento, cacao, cacahuete, coca, caucho, tabaco, quinina, vainilla, superando en mucho el número de plantas cultivadas conocidas en el Viejo Mundo en el momento del descubrimiento del continente americano. El sugestivo problema del posible origen independiente de la a. en América es discutible. Abarca un doble aspecto: por una parte, la idea o creación de la a., y, por otra, el origen de las plantas cultivadas en América en el momento del descubrimiento del continente. Son muchos los investigadores que señalan conexiones espirituales y materiales entre el Viejo y el Nuevo Mundo. El hecho de que las culturas agrícolas americanas se originaran en la zona comprendida entre México y Ecuador cercana a la costa del Pacífico, donde confluyen corrientes marinas desde el Viejo Mundo, es del mayor interés. Faltan en América las fases iniciales formativas de culturas recolectoras, siendo además muy rápido el desarrollo de los métodos agrícolas. A favor de la tesis de un origen americano independiente de la a. se señala la procedencia americana de las principales especies cultivadas. Sin embargo, la investigación botánica ha demostrado la ausencia en América de especies de maíz silvestre, planta considerada típicamente americana; por el contrario, variedades antiguas de maíz (v.) se encuentran en el Viejo Mundo: Persia, Turquestán, los países del Himalaya e Indochina. En China oriental estaba ya asentado en el s. XVI y, desde luego, no llega a través del Pacífico. Existen otras especies comunes a ambos continentes, como la palmera cocotera, el taro, el ñame y variedades de calabaza y algodón. Los métodos e instrumentos de cultivo empleados en América son los mismos que en el Sudeste asiático (cultivo en terrazas con sistemas de riego desde los indios pueblo al Perú, bastón de plantar, etc.). Hay coincidencias sociales y religiosas con los elementos propios del sustrato cultural agrícola del Sudeste asiático. Gran número de plantas son originarias de América o allí han experimentado procesos de hibridación (v. afBRIDO) y adaptación por acción del hombre, pero la idea y principios de la a. han debido de llegar a través del Pacífico, al igual que otros elementos culturales. La alta especialización agrícola de las culturas americanas es probablemente debida a la necesidad de ensayar toda forma posible de alimento vegetal ante la escasez de anima les susceptibles de ser domesticados (v. AFRICA III y Iv, l). 3. Evolución. En la zona que comprende el NO de la India, Afganistán, Irán, Transcaucasia y Anatolia oriental, además de cultivarse variedades de trigo y centeno, se aclimatan pronto diversas variedades de árboles frutales (v. ÁRBOL I, 2). Los guisantes y lentejas son antiguas especies originarias de esta zona, de donde procede la vid difundida por la cuenca mediterránea. El consumo de vino se generaliza en el Próximo Oriente hacia el 4.000 a. de C. El lino (v.), cuya difusión está unida al desarrollo de las técnicas del tejido, procede de este foco. En su proyección hacia el Mediterráneo, la puesta en práctica de la idea del cultivo de plantas añade probablemente el olivo, la higuera y la haba. Este fenómeno de difusión de la a. se produce tanto por migraciones como por contactos culturales. Antes del 4000 a. C., la a. de cereales llega a Egipto (Meriende y Fayum), desde donde se difunden las especies cultivadas hacia Occidente y centro y sur del continente africano. Las primeras comunidades de agricultores (en Egipto) se asientan en Meriende y Fayum, ascendiendo por el curso del Nilo y proyectándose hacia el interior del continente africano. Desde el valle del Nilo se difunde la a. a todo el Norte africano que gozaba de mejores condiciones climáticas que en la actualidad. Probablemente, en el área del Sudán geográfico, es decir, en la zona al S del Sahara limitada al O por el océano Atlántico, al E por los macizos de Abisinia y al S por la selva ecuatorial, se aplica la idea del cultivo del sorgo, única especie vegetal que parece originaria de África (V. ÁFRICA III). Posteriormente, hacia el 3000 a. C., y siguiendo el curso del Danubio, penetran en Europa pueblos cultivadores de cereales (mijo, cebada y trigo), que también poseen animales domésticos, talan bosques para obtener espacios aptos para la a. (tala y quema o milpa), y cuyas migraciones y áreas de cultura penetran hasta los valles del Rin y del Mosa. Estas migraciones están bien documentadas por el estudio de sus cerámicas. Hacia el 2500 a. C. la a. ha llegado a toda Europa occidental, donde existe un complejo cultural bastante homogéneo denominado Neolítico occidental. Este carácter tienen las culturas de Almería en España, Lagozza en Italia, Michelsberg en Alemania, Cartaillod en Suiza, Chassey en Francia, WindminHill en Inglaterra, etc. Hacia el Oriente, la a. de mijo y trigo (v.) alcanza Asia occidental, donde se incorpora más tarde una especie cultivable de gran importancia económica para grandes contingentes humanos: el arroz (v.), planta que crece espontáneamente en la zona comprendida entre la India e Indochina. En el 2000 a. C. el arroz se cultivaba en China, desde donde se difunde hacia el Sudeste asiático. Aquí confluyen distintas especies vegetales, cereales, originarios del Neolítico del Próximo Oriente, y las plantas procedentes de este área geográfica: ñames y Caros, bananas, cocotero y árbol del pan, especies que hacen posible el asentamiento humano en las islas oceánicas. Se aclimatan nuevas variedades de arroz que necesitan un ambiente encharcado, y muchos pueblos como los actuales ¡fugaos de Filipinas desarrollan técnicas de regadío bastante complejas. La a. intensiva, mediante el uso de arado, supone un mejoramiento. Su área se reduce a Europa, norte de África, Próximo Oriente, Asia central y norte de China, donde se asocia al cultivo del trigo como planta dominante junto con la cebada (v.) y el centeno (v.); en Extremo Oriente se asocia al cultivo del arroz. Numerosos son los centros derivados donde la aplicación del descubrimiento de la a. origina el ensayo del cultivo de nuevas plantas difundidas a otras áreas, siguiendo la mecánica cultural de este fenómeno, en el que no sólo intervienen factores de índole práctica (utilidad y compatibilidad), sino también psicológicos. P. ej., la patata, cuya utilidad es evidente, tarda mucho tiempo en ser aceptada en Europa como alimento, hasta que con la guerra de los Treinta Años se difunde su cultivo. Por el contrario, el uso del tabaco en todas sus formas, pese a prohibiciones oficiales, se difunde en Europa por vía mediterránea y continental, pasando inmediatamente a Asia con tal rapidez que constituye un caso único en la historia de la difusión de las plantas cultivadas. En menos de 200 años esta planta se reintroduce en América por el Nordeste de Asia. En la actualidad, el cultivo de las plantas no se ha difundido aún en algunas zonas marginales de difícil penetración, donde muchos grupos humanos subsisten desarrollando una estricta economía de recolectores y cazadores sin conocimiento alguno de la a., tales como pigmeos y negritos, bosquimanos, fueguinos, australianos, indios amazónicos, etcétera; pese a ello conocen plantas silvestres comestibles que recolectan para su alimentación. 4. Técnicas. Los métodos de la a. varían según los elementos técnicos disponibles y las condiciones fisiográficas. En los primeros estadios del Neolítico se practica una a. simple de azada y en los lugares boscosos se procede a la tala y quema periódica, como ocurre todavía en vastas zonas geográficas. Posteriormente, la introducción de los abonos (v.), y sobre todo el progreso técnico que supone la invención del arado, que implica necesariamente la posesión del ganado mayor, conduce al desarro llo de la a. moderna. De 2.500 especies vegetales comestibles conocidas, se recolectan alrededor de 700 y solamente unas 250 son objeto de cultivo agrícola. La a. explota el ciclo vegetal en cuatro etapas: 1) la preparación del suelo, 2) la siembra, 3) el cuidado de los campos de cultivo, y 4) la recolección. El cultivo de las plantas exige un trabajo previo de preparación del suelo, que se realiza mediante un doble proceso: remoción de la tierra y mejoramiento de su composición química. Con la remoción se consigue la filtración de las aguas pluviales, dificultando su evaporación y favoreciendo el desarrollo de las raíces. La remoción del suelo se efectúa con la azada que, excavando en profundidad, no sólo realiza esta función mecánica, sino que consigue el enriquecimiento del suelo por la descomposición de la cobertura vegetal, o con el arado, que supone un perfeccionamiento técnico de la azada. El mejoramiento se procura por medio de abonos que refuerzan las cualidades del suelo, remediando la ausencia de materias orgánicas o minerales,, o creando un mejor equilibrio de éstas. En los grupos de a. simple el abono de los suelos se consigue inconscientemente por la quema de la cobertura vegetal preexistente y esparcimiento de las cenizas. Aunque esta operación se hace para dejar espacio libre a las plantas cultivables, se consigue también el enriquecimiento del contenido mineral del suelo. La mejora consciente del suelo por los abonos se desarrolla en un estadio avanzado de la a., utilizándose las materias orgánicas procedentes de animales domésticos e incluso humanas, como en Extremo Oriente. El uso de abonos químicos supone un perfeccionamiento notable en las técnicas agrícolas, quedando paulatinamente limitados los abonos naturales. El sembrado se realiza generalmente soterrando en el suelo las semillas o tubérculos. La siembra mediante el sistema de arrojar las semillas en las tierras es menos corriente, aunque es lo habitual en el mundo occidental, frecuentemente unido al sistema de la a. de arado. En Extremo Oriente se siembra en línea, siguiendo los surcos, para aprovechar al máximo el espacio, intercalando también en línea otras plantas más tempranas o más tardías respecto al tiempo de la recolección. Así se alterna el trigo con los nabos, la morera con el maíz y, por la misma razón, se rodean los arrozales con alubias. Las técnicas de la arboricultura (v. BOSQUE II), también variadas, suponen el conocimiento de las técnicas de trasplante (v.) e injerto (v.); a veces es preciso esperar un cierto tiempo relativamente largo para obtener los primeros frutos. Ello implica el sedentarismo de los grupos dónde se practica. La planta necesita unos cuidados especiales durante su crecimiento, protegiéndola contra los elementos naturales y de los animales por diferentes procedimientos. Los cultivos se resguardan de los vientos efectuando las plantaciones en hoyos naturales o artificiales o estableciendo barreras de árboles o arbustos, sistema muy frecuente en zonas de vientos fijos dominantes. A veces, ciertos cultivos, como algunas variedades de té, necesitan protegerse del sol bajo un toldo, normalmente de esterillas de paja; más recientes son las técnicas de protección contra las heladas. Contra los animales se emplean cercas, trampas y espantapájaros, aunque en regiones tropicales es necesaria una vigilancia directa, encargándose los jóvenes de espantar los animales. Existen diversas modalidades para llevar a cabo la recolección de frutos. Los productos subterráneos son desenterrados normalmente con los mismos instrumentos que se utilizan para preparar el suelo (bastón de cavar o azada). Para cortar las plantas herbosas o con tallo se emplean instrumentos especiales, los más antiguos han sido una serie de implementos rectos cortantes o formados por varias piezas de sílex dentadas, documentados ambos en la Prehistoria. Las hoces propiamente dichas son instrumentos difundidos más tardíamente desde Eurasia, siendo el resultante de una evolución progresiva de los antiguos elementos cortantes. La guadaña, empleada en Europa septentrional y occidental, es una evolución de la hoz. La utilización de cuchillos de segar persiste aún hoy día en la periferia africana y extremo oriental, habiéndose reservado su uso con carácter ritual (así en Vietnam, para el corte de la primera espiga de la cosecha) o para determinadas especies de arroz. Como medio auxiliar en las faenas de recolección es bastante general el uso de un bastoncillo recto o curvo para reunir y sostener los tallos durante la operación de corte. En Asia Menor se utiliza un gancho de una forma especial. La recolección de frutos de los árboles se efectúa directamente a mano o mediante un útil cortante que adquiere formas especializadas. A veces es necesario, para realizar esta operación, trepar a los árboles, lo que suele hacerse con ayuda de un lazo que se amarra a los tobillos y auxiliándose de ataduras que sostienen el cuerpo; también es corriente hacer muescas en los troncos lisos. Estos procedimientos de recolección de frutos de árboles son habituales en América tropical e Indias orientales. Modernamente, con la introducción progresiva de máquinas de aplicación agrícola, tales como el tractor, cosechadoras, segadoras, etc., las faenas agrícolas se han simplificado, y se tiende a acabar con los procedimientos tradicionales. 5. Tipos. Existen varios tipos de a., que responden en su origen a diversos factores, como son las posibilidades del suelo, la densidad de la población y la existencia de animales de trabajo, entre otros. Los principales tipos de a. son cuatro: extensiva, intensiva, policultivo y monocultivo. A. extensiva es la que necesita mucho espacio y largos periodos de barbecho que permitan la formación de sustancias fertilizantes; este tipo de a. lo practican en general los pueblos nómadas o seminómadas de las regiones subtropicales. Da origen a veces a un verdadero nomadismo (v.), pues los hombres tienen que emigrar continuamente buscando los claros del bosque. La práctica de la a. intensiva, que aprovecha al máximo el terreno disponible, es propia de los lugares de gran densidad de población, singularmente en algunos puntos de Extremo Oriente, donde configura típicamente el paisaje y es posible conseguir dos o más cosechas al año si la tierra es fértil, no siendo rentable el cultivo de plantas que, como el trigo, precisan una hibernación para completar el ciclo agrícola. Los policultivos son característicos de la zona mediterránea, donde la arboricultura (olivos y árboles frutales) desempeña un papel importante, alternando en los mismos campos con viñedos, cereales, legumbres, etc. Suponen una cierta autarquía en la economía agrícola de los grupos donde se da este género de cultivo. La importancia y necesidad de riego ha promovido complejas técnicas y manifestaciones jurídicas consuetudinarias. Una especialización impuesta por el medio la constituyen los policultivos de oasis en las zonas desérticas. Los monocultivos son consecuencia de la a. encaminada a la producción industrial que se práctica en las áreas desarrolladas de Eúropa y Nuevo Mundo, donde hay grandes zonas trigueras o vinícolas, en las que desaparece el campesino agricultor típico para ser sustituido por contingentes de obreros de carácter temporal que utilizan elementos técnicos mecánicos para las operaciones agrícolas.
I. P. GARRIDO RDIZ.
V. t.: GANADERÍA; PLANTAS; FECUNDACIÓN; ALIMENTACIÓN. BIBL.: A. G. HAUDRICOÜRT, L'homme et les plantes cultivées, París 1943; A. L. GuyoT, Origine des plantes cultivées, París 1942; A. MAÜRIZIo, Histoire de l'Alimentation depuis la Préhistoire jusqu'á nos jours, París 1932; D. Bois, Les plantes alimentaires chez tous les peuples á travers les áges, París 192737; N. 1. VAVILDV, Geographische Genzentren unserer Kulturpflanzen, Leipzig 192728; íD, The Problem of the Origin of the World's Agriculture in the Light of the Latest Investigations, Londres 1931; A. LEÓN GARRE, Manual de agricultura, Barcelona 195455; I. PAPADAQUIS, Geografía agrícola mundial, Barcelona 1960; C. CAPELLA Rlcci, Principios de agricultura, Barcelona 1962; A. LEÓN GARRE, Manual de agricultura, Barcelona 1964; C. D. SAUER, Agricultural Origins and Dispersals, Nueva York 1952; N. S. B. GRAS, A Hístory of Agriculture in Europe and America, 2 ed. Nueva York 1940.
http://www.canalsocial.net/GER/ficha_GER.asp?id=7536&cat=Historia

miércoles, 28 de enero de 2009

HISTORIA DE LA HIDROPONIA

La hidroponia o agricultura hidropónica es un método utilizado para cultivar plantas usando soluciones minerales en vez de suelo agrícola. La palabra hidroponía proviene del griego, hydro = agua y ponos = trabajo.
Las raíces reciben una solución nutritiva equilibrada disuelta en agua con todos los elementos químicos esenciales para el desarrollo de la planta. Y pueden crecer en una solución mineral únicamente o bien en un medio inerte como arena lavada, grava o perlita.
Los investigadores en fisiología vegetal decubrieron en el siglo XIX que las plantas absorben los minerales esenciales por medio de iones inorgánicos disueltos en el agua. En condiciones naturales, el suelo actúa como reserva de nutrientes minerales pero el suelo en si no es esencial para que la planta crezca. Cuando los nutrientes minerales de la tierra se disuelven en agua, las raíces de la planta son capaces de absorberlos. Cuando los nutrientes minerales son introducidos dentro del suministro de agua de la planta, ya no se requiere el suelo para que la planta prospere. Casi cualquier planta terrestre puede crecer con hidroponía, pero algunas pueden hacerlo mejor que otras. La hidroponía es también una técnica estandar en la investigación biológica, en la educación y un popular hobby.
Hoy en día esta actividad está tomando mucho auge en los paises donde las condiciones para la agricultura resultan adversas, combinando la hidroponía con un buen manejo de invernadero se llegan a obtener rendimientos muy superiores a los que se obtinen en cultivos a cielo abierto.
Es una forma sencilla, limpia y de bajo costo, para producir vegetales de rápido crecimiento y generalmente ricos en elementos nutritivos. Con esta técnica de agricultura a pequeña escala se utilizan los recursos que las personas tienen a la mano, como materiales de desecho, espacios sin utilizar, tiempo libre.
Hoy puede decirse que la hidroponia o cultivo sin suelo ha conseguido estándares comerciales y que algunos alimentos, plantas ornamentales y jóvenes plantas de tabaco se hacen de esta manera por diversas razones que tienen que ver con la falta de suelos adecuados; por suelos contaminados por microrganismos que producen enfermedades a las plantas o por usar aguas subterráneas que degradaron la calidad de esos suelos. El cultivo hidropónico requiere conocimientos avanzados para quien se proponga realizar un cultivo comercial. Al no usar suelo ya no se cuenta con el efecto amortiguador o buffer que brinda un suelo agrícola. Tiene también diversos problemas con la oxigenación de las raíces y no es algo que pueda llamarse limpio cuando se realiza en escala comercial. Para gente con tiempo libre que quiere divertirse, para investigación, para demostraciones a alumnos sobre la esencialidad de ciertos elementos químicos, aún para quien quiera cultivar en un contenedor, una pequeña tina, para cultivar en naves espaciales o para cultivos en gran escala, presentará diversos niveles de complejidad sobre todo si se quiere que sea una actividad económica y tenga bajo impacto ambiental.
La clasificación de los cultivos hidropónicos ha evolucionado más recientemente hacia formas abiertas o cerradas dependiendo de si vuelcan el efluente o reutilizan la solución nutritiva como forma de protección ambiental y una mayor economía en su utilización.
Contenido
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1 Historia
2 Cultivo sin suelo
3 Hidroponia y contaminación ambiental
4 Véase también
5 Referencias
6 Enlaces externos
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Historia [editar]
A pesar de que en la actualidad existen algunas fuentes que afirman lo contrario, las civilizaciones antiguas tales como los babilónicos y Aztecas no utilizaron la hidroponía. Las soluciones minerales para el aporte de nutrientes requeridas para cultivos hidropónicos no fueron desarrolladas hasta el siglo XIX. Los (supuestos) jardines flotantes de los Aztecas (chinampas) utilizaban tierra. Los jardines colgantes de Babilonia eran jardines supuestamente irrigados desde la azotea pero no hay evidencias de que utilizasen hidroponía.
El primer trabajo publicado sobre crecimiento de plantas terrestres sin suelo era, Sylva Sylvarum (1627) de sir Francis Bacon. Después de eso, la técnica del agua se popularizó en la investigación. En 1699, John Woodward publicó sus experimentos de esta técnica con la menta verde. Él observó que las plantas crecían peor en agua destilada que en fuentes de agua no tan purificadas. Los primeros en perfeccionar las soluciones nutrientes minerales para el cultivo sin suelo fueron los botánicos alemanes Julius von Sachs y Wilhelm Knop en la década de los 1860. El crecimiento de plantas terrestres sin suelo en soluciones minerales (solution culture) se convirtió rápidamente en una técnica estándar de la investigación y de la enseñanza y sigue siendo ampliamente utilizada hoy. Esta técnica ahora se considera un tipo de hidroponía donde no hay medio inerte.
En 1929, el profesor William Frederick Gericke de la Universidad de Berkeley, en California fue el primero en sugerir que los cultivos en solución se utilizase para la producción vegetal agrícola. Gericke causó sensación al hacer crecer tomates y otras plantas y consiguiendo que alcanzasen un tamaño notable en su patio trasero en soluciones minerales, mayores que las cultivadas en tierra. Por analogía con el término geopónica (que significa agricultura en griego antiguo) llamó a esta nueva ciencia hidroponía en 1937, aunque él afirma que el término fue sugerido por el Dr. W.A. Setchell, de la Universidad de California de hydros (regar) y ponos (trabajo).
Los informes sobre este trabajo y la fervientes afirmaciones de Gericke de que la hidroponía revolucionaría la agricultura de las plantas provocaron un alud de peticiones de información adicional. Gericke rechazó revelar sus secretos porque él había realizado los estudios en su casa y en su tiempo libre. Este hecho (negarse a revelar todos los datos) provocó su salida de la universidad de California. En 1940, escribió el libro, Complete Guide to Soilless Gardening (Guía Completa del Cultivo sin Suelo).
Se les pidió a otros dos especialistas en la nutrición de las plantas de la universidad de California que investigasen acerca de las afirmaciones de Gericke. Dennis R. Hoagland y Daniel I. Arnon escribieron el típico boletín sobre agricultura de 1938, desacreditando las exageradas afirmaciones hechas sobre la hidroponía. Hoagland y Arnon llegaron a la conclusión de que las cosechas de cultivos hidropónicos no eran mejores que aquellos cultivos cosechados en buenas tierras. Los cultivos estaban limitados por otros factores que los nutrientes mierales, especialmente la luz. Estas investigaciones, sin embargo, pasaron por alto el hecho de que la hidroponía tenía otras ventajas incluido el hecho de que las raíces de la planta tienen constante acceso al oxígeno y que la planta puede tener acceso a tanta o a tan poca agua como necesite. Este es uno de los errores más comunes cuando el cultivo es sobre-irrigado o sub-irrigado, la hidroponía es capaz de prevenir que esto ocurra, drenando o recirculando el agua que no absorba la planta. En cultivos sobre tierra el agricultor necesita tener suficiente experiencia para saber con cuanta agua debe regar la planta. La solución con la que estarán en contacto las raíces debe estar suficientemente oxigenada para que el metabolismo radicular no se vea impedido.
Estos dos investigadores desarrollaron varias fórmulas para soluciones de nutrientes minerales. Unas versiones modificadas de las soluciones de Hoagland se siguen utilizando hoy en día.
Uno de los primeros éxitos de la hidroponía ocurrió durante la segunda guerra mundial cuando las tropas estadounidenses que estaban en el Pacífico, pusieron en práctica métodos hidropónicos en gran escala para proveer de verduras frescas a las tropas en guerra con Japón en islas donde no había suelo disponibles. La hidroponía fue usada para producir vegetales para los soldados. Era preciso utilizar esta técnica pues en las islas no había suelo en el que plantar, y era extremadamente caro transportarlos.
En los años 60, Alen Cooper en Inglaterra desarrollo la Nutrient Film Technique. El Pabellón de la Tierra, en el Centro Epcot de Disney, abierto en 1982, puso de relieve diversas técnicas de hidroponía. En decadas recientes, la NASA ha realizado investigaciones extensivas para su CELSS (acrónimo en inglés para Sistema de Soporte de Vida Ecológica Controlada).
También en los 80 varias compañías empezaron a comercializar sistemas hidropónicos. Al día en que se escribe este artículo, uno puede hacerse con un kit para montar un pequeño sistema de cultivos hidropónicos hogareños por menos de 200 €. Las técnicas de cultivo sin suelo CSS son utlizadas a gran escala en los circuitos comerciales de producción de plantas de tabaco, (floating) eliminando así los almácigos en suelo que precisan bromuro de metilo para desinfectar el suelo de malezas, patógenos e insectos. También en Holanda y otros paises de alto grado de desarrollo de cultivos intensivos las técnicas de CSS han avanzado, desarrollando industrias conexas y numerosas tecnologías que tienen que ver con el desarrollo de nuevos medios de culivo como la perlita, la lana de roca, la fibra de coco o cocopeat, la cascarilla de arroz tostada y otros medios apropiados para sostener las plantas en cultivo.
Se dice que es muy útil y también no es caro y no se necesita tanto terreno y saca buenas ganacias
Cultivo sin suelo [editar]
La mayoría de los cultivos comerciales hidropónicos utilizan sustratos sólidos para el sostén de las plantas y que las mismas estén bien asentadas. Son cultivos sin suelo, en lo que respecta a no contener suelo natural. Perlita agrícola, fibras de coco, turba, rockwool o lana de roca, son sustratos de gran uso en lo que se denominan cultivos hidropónicos. La denominación equivalente o más utilizada paso a ser cultivos sin suelo -CSS- o [soilless] como se lo puede encontrar en idioma inglés pués el medio de sostén de las plantas pasó a ser una sustancia inorgánica como la perlita u orgánica como turbas o ciertos desechos agrícolas como cáscaras de frutos -arroz, almendras, etc-. En el caso de los cultivos sin suelo, al ser desarrollados por la industria o por hobbystas, no fue en un principio analizado en cuanto al impacto que tendría su uso sobre el ambiente, como ocurrió con otros desarrollos que redituaban comercialmente. De la misma manera los sistemas hidropónicos fueron desde un principio "abiertos" al no considerarse el impacto ambiental que tendría el volcado de los efluentes luego de su uso. El desarrollo de métodos "cerrados" que significan la economía en cuanto a la posibilidad de reutilización de los nutrientes y el evitar el impacto que tiene sobre el medio externo, volcar una solución que arrastra considerable cantidad de iones no utilizados por las plantas que se cultivan. Al tener en cuenta la economía y el posible impacto ambiental se desarrollaron los sistemas cerrados o recirculantes. El manejo de estos nuevos sistemas requiere una tecnología más compleja. Como hemos citado más arriba que existe una serie de desarrollos en el ámbito de los sustratos, existe asimismo una cantidad de automatismos desarrollados para facilitar el control de las soluciones y que estas no varíen sus parámetros químicos. Tanto la hidroponia y la fertirrigación han dado pie al desarrollo de instrumental de control como peachimetros y conductivímetros en línea, así como a procesadores que mantienen el control mediante válvulas solenoides o hidraúlicas, para que la solución pueda ser equilibrada mediante programas de computadoras que determinan el agregado de ácidos cuando sube el pH, la dilución cuando se eleva la conductividad eléctrica y otros procesos de control que llegan a interactuar con el ambiente en que las plantas están evolucionando en tamaño y en su desarrollo.
Gericke originalmente definió la hidroponía como un crecimiento de cultivos en soluciones minerales, sin ningún medio sólido para las raíces. Se opuso a aquellos quienes aplicaban el termino hidroponía a otros tipos de cultivo sin tierra como los cultivos en arena o grava. Más recientemente el autor académico más clásico de la hidroponia es Howard Resh. La distinción entre hidroponía y cultivos sin suelo ha sido a menudo borroso. "Cultivos sin suelo" es un término más amplio que hidroponía; tan sólo requiere que no haya suelos con arcilla o cieno. Nótese que la arena es un tipo de suelo, aunque es considerado cultivo sin suelo. La hidroponía es siempre un cultivo sin suelo agrícola, pero no todos los cultivos sin suelo son hidropónicos. Muchos tipos de cultivos sin suelo no usan las soluciones minerales requeridas por los hidropónicos.
Hidroponia y contaminación ambiental [editar]
El cultivo sin suelo es justamente un conjunto de técnicas recomendables cuando no hay suelos con aptitudes agrícolas disponibles. El esquema consiste en: una fuente de agua que impulsa por bombeo agua a través del sistema, recipientes con soluciones madre -nutrientes concentrados-, cabezales de riego y canales construidos donde están los sustratos, las plantas, los conductos para aplicación del fertiriego y el recibidor del efluente.
El cansancio de los suelos por alta carga de patógenos tras cultivos repetidos o la acumulación de iones que conllevan alcalinidad y/o elevación del tenor de sodio ha empujado a muchos productores a realizar cultivos hidropónicos o sin suelo, sin tener en cuenta factores ambientales desfavorables que acompañan este tipo de cultivos. Los cultivos hidropónicos o sin suelo requieren mucha atención respecto de que se hace con el líquido efluente, ya que las soluciones nutritivas son contaminantes del ambiente, pues tienen nitratos, nitritos, fosfatos, iones metálicos como cobre, manganeso, molibdeno y otros, que son contaminantes y los métodos de cultivo sin suelo se hacen en medios generalmente de baja CIC -capacidad de intercambio catiónico- y poca capacidad buffer para retener los iones que las raíces de las plantas no usan en el momento. En cultivos comerciales -en cuanto a su superficie- se hace obligatorio seguir normas ambientales amigables con el ambiente y emplear métodos de recirculación de las soluciones volviendolás al cultivo tras equilibrarlas y desinfectarlas o buscándoles un lugar de descarga que evite la llegada de los nutrientes efluentes al suelo, cursos de agua y a los acuíferos.
Trabajos científicos van tratando de buscar las formas de reconvertir el efluente de los sistemas abiertos a través un segundo uso que fije los iones liberados antes que lleguen al ambiente. Ya existen métodos en sistemas abiertos que permiten un segundo cultivo, fijación por plantas que crecen en pequeñas lagunas de fondo impermeabilizado y otros ensayándose. Las recomendaciones de realizar cultivos hidropónicos o sin suelo solo por considerar su alta productividad y rendimiento económico, que no tengan en cuenta estos aspectos ambientales perniciosos, no son aconsejables.
http://es.wikipedia.org/wiki/Cultivos_hidrop%C3%B3nicos

lunes, 26 de enero de 2009

HISTORIA DE LOS CULTIVOS

Si usted desea participar en este blog mediante la inclusión de su experiencia, información sobre el tema: anécdotas, leyendas, fotografías u otras que Ud considere relevante, por favor envíalas por eagronet0101@hotmail.com o eagronet0101@yahoo.com, eagronet0101@gmail.com la incluiremos con mucho gusto, por lo que, siempre estaremos agradecidos por su deferencia y atención.
Historia del cultivo

"Más de 80 por ciento de la dieta de humanidad es proveída por los cabezas de serie de less than a dozen especies de planta." (26F, 2 de pg) con el paso de los años el hombre ha inventado nuevas máquinas y las técnica de incrementar la cantidad y la variedad de producción de cosecha. Lo siguiente será una visión general de la historia del cultivo. Revisaremos las culturas históricas muy importantes, el desarrollo del tractor, y lo muy importante clases de agricultura practicó hoy.
Las raíces del cultivo comenzaron en las áreas de Turquía actual y el Medio Oriente hace aproximadamente 10,000 años. Dos de los arreglos más tempranos son conocidos como Catal Hüyük y Jericho. Catal Hüyük tenía mayor cantidad que entonces/luego 1000 aloja, antes de 6000 B.C.. Está en este lugar que hemos descubierto pruebas de las personas tomar hierbas salvajes y usando las semillas para comida y colocando durante los próximos años comida. Estos cabezas de serie son ahora conocidos como los cereales y hacen unos porcentajes grandes del abastecimiento de alimentos de mundos. (18F)
Jericho, de la misma manera que muchas ciudades tempranas, estaba ubicado alrededor de una fuente de agua consecuente, una primavera que causó más de 1000 galón de agua cada minuto. (# 16 pg.. 6) Jericho constaba de aproximadamente ocho a diez acres sobre los que era calculado que las dos a tres mil personas vivían. Estas personas fueron respaldadas por el cultivo de trigo, cebada, arvejas, y lentejas. El arqueólogo cree que los colonos más tempranos en esta área eran un grupo pequeño de cazador - frunces. Hunter - frunces viviría de la región forjando baya y plantas de edible, tanto como animales salvajes de caza. Estas clases de personas vivieron en grupos más pequeños porque tuvieron que ser movible para encontrar más comida. Fue hasta que no el hombre empezó a plantar y cosechar cultivos que arreglos permanentees grandes podían estar establecidos, desear en Jericho.
Descubrimos que muchas de las civilizaciones tempranas empezaron sistemas de río hacia adelante muy importantes. Por ejemplo egipcios resolvieron la cultura de río, Harappa a lo largo del Nile a lo largo del Indus, Imperio Chino a lo largo del Huang río y los países mesopotámicos a lo largo de los ríos de Tigris y Euphrates. Los sistemas de río suministraron estas civilizaciones tempranas con una fuente consecuente de cieno de los torrentes anuales y el agua para los cultivos. El cieno es como un fertilizante natural, traer nuevos minerales para enriquecer la tanda redujo tierra.
El cultivo cambió poco de las veces tempranas hasta aproximadamente 1700. En el(la/los/las) de el 1700 una revolución de agricultura tener lugar que resultó en un aumento grande en la producción de cultivos. Este aumento de cultivos vino sobre en gran parte junto a "... pequeña más entonces/luego la destrucción final de instituciones medievales y la aprobación más general de las técnica y las tandas que lo habían sido lo saben por mucho tiempo" (17F, 53 de pg). Incluir en algunos de estos cambios también ser la aprobación de cultivos del "Nuevo mundo" como maíz y papas que produjo una cosecha muy grande.
En el 1850's, la revolución industrial se desbordó a la granja con los nuevos métodos mecanizados que incrementaron rates de producción. Antes, los cambios grandes estaban en el uso de nuevos utensilios de la granja. La mayoría de estos utensilios tempranos todavía eran suministrado energía por caballo o bueys. Estos nuevos utensilios combinados con rotación de cosecha, estiércol y mejores preparativos de tierra resultan en un aumento firme del rendimiento de la cosecha en Europa. (17F)
El advenimiento del poder de vapor y los motores gas powered posteriores trajeron a whole new dimensión a la producción de cultivos. Aún, ni siquiera tan reciente como hace 100 años, cuatro - quinto del mundo las poblaciones vivían fuera de pueblos y estaban en alguna manera en función de agricultura. Incluso en 1970's Griggs sugieren que la mitad de de los mundos población activa todavía esté empleada en agricultura. (17F, pg 1)
http://www.ihistory101.net/espanol/lessons/farm-city/story-of-farming.htm

viernes, 16 de enero de 2009

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Agricultura I. Historia.
Categoria: Historia
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Etimológicamente a. significa «cultivo, cuidado de los campos». La a. en sentido amplio es el proceso del conocimiento y aplicación voluntaria y consciente de los principios del cultivo de las plantas útiles al hombre. En sentido estricto a. es el cultivo intensivo de los campos con el arado (v.), denominándose horticultura (v.) o a. de azada la realizada con medios simples y arcaicos de carácter más primitivo, frecuentemente el almocafre o pincho de cavar y layas de madera, más que la propia azada metálica. El descubrimiento de la a. es uno de los sucesos más decisivos de la Humanidad. Supone un cambio radical no sólo en la economía, al permitir el aumento de población, sino también en la estructuración y concepciones espirituales de los distintos grupos humanos, y es presupuesto básico para otra serie de descubrimientos e inventos (entre los más inmediatos, la cerámica y la tejeduría) que, enriqueciendo el patrimonio cultural, constituyen la piedra angular sobre la que se han edificado las formas de vida posteriores. Las consecuencias más próximas son el sedentarismo de las primitivas comunidades que se constituyen en poblados y la liberación de parte de la población de la continua búsqueda de alimentos. De esta manera, la existencia de tiempo libre permite acelerar el proceso cultural, independizando al hombre de la naturaleza. 1. Origen. La producción intencional de plantas útiles junto con la domesticación de animales, o sea, la posibilidad de producción artificial de alimentos tiene su origen en el Neolítico (v.), hace unos 8.000 años. Según los actuales conocimientos, hay fundamentos razonables para inferir que este hecho acontece por primera vez en un solo lugar, aunque esta opinión no la comparten unánimemente los investigadores. Parece ser que las plantas se comienzan a cultivar antes del 6.000 a. C. en el Próximo Oriente, donde se encuentran en estado silvestre algunos cereales que el hombre cultiva por primera vez. Esta región es, con toda probabilidad, el centro donde se crea la a., según revelan las excavaciones arqueológicas de los poblados de Jarmo y Jericó (v. IERIcó II), donde en los niveles más profundos encontramos indicios de la posesión de cereales (v.) y algunos animales domésticos (v. ANIMAL I, 3), aunque todavía no aparece la cerámica, otro de los elementos típicos que se originan y difunden con la a., en el Neolítico. El proceso del cultivo y cosecha de plantas alimenticias transcurre en un lapso largo de tiempo que posiblemente abarca un milenio, en el que pueblos mesolíticos (v. MESOLÍTICO), como es el caso concreto de la cultura palestiniense denominada Natufiense (v.), recolectan especies de gramíneas (v.) silvestres que almacenan en sus campamentos. No es aventurado suponer que la observación de la germinación (v.) de las especies vegetales transportadas a los campamentos y que pudieron caer al suelo o bien arrojadas entre los restos de.los alimentos habría de conducir a la idea elemental de provocar esta germinación de una manera intencionada. Ello acontecería de un modo gradual y desde luego la idea se aplicaría con toda probabilidad a causa de la escasez de alimentos procedentes de actividades cinegéticas (v. CAZA), dada la universal resistencia de todo grupo humano a cambiar de hábitos alimenticios. La invención de la a. se atribuye a la mujer por la razón obvia de ser ella la que en las comunidades de cazadores tiene la misión de recolectar las plantas comestibles, junto al hecho de que, por motivos de su propia naturaleza, son los miembros femeninos del grupo los que permanecen durante más tiempo en los campamentos, razón por la que el desarrollo de las dotes de observación típicamente femeninas conduciría al conocimiento de los principios de la germinación y desarrollo de las plantas. Este fenómeno lleva a la escuela etnológica históricocultural de Viena (v.) a señalar los elementos característicos del ciclo agrícola matriarcal originado por la posesión de la mujer de los conocimientos de la germinación. Este ciclo estaría caracterizado económicamente por una incipiente a. en la que la mujer desarrolla las tareas propias del sembrado y cuidado de las plantas, en relación con concepciones sociales y religiosas que motivan el predominio de la mujer en la sociedad, en la que la idea de la fecundidad y sus conexos (sangre y fertilidad, ciclos lunar, agrícola y femenino), y el arraigo de las prácticas mágicas (v. MAGIA) constituyen rasgos típicos de los pueblos agrícolas. Todo ello se desarrolla posteriormente en las concepciones religiosas de carácter telúrico en torno a la Madre Pristina o gran diosa, y en las divinidades infernales objeto de antropomorfización (v. ANTROPOMORFISMO), no exenta de carácter poético, en la religiosidad clásica grecolatina. 2. Difusión. Respecto al problema del origen y difusión de la a., aun considerando que existe un solo centro, que puede haber sido el ya citado Próximo Oriente, hay otros dos focos donde la aplicación del principio del cultivo de plantas conduce al descubrimiento de otras variedades vegetales. Estos centros de difusión de la a., que pueden haber surgido independientemente y sin ninguna relación con los del Próximo Oriente, aunque esta opinión es cuestión ampliamente debatida, son los del Sudeste asiático y el del Nuevo Mundo. La importancia de estos focos como centros difusores del cultivo de nuevas plantas es evidente. En el Sudeste asiático se producen plantas muy distintas de los cereales del Próximo Oriente, tales como los taros y ñames. C. O. Sauer cree que se trata de un proceso derivado del trasplante de raíces y esquejes, efectuado por pueblos mesolíticos pescadores que habitaban las costas y las márgenes de los ríos y que necesitarían fibras para la confección de redes y venenos para la pesca (v.). Como puede observarse, el principio en el que se basa (duplicación de plantas en desarrollo) es muy distinto de los que rigen la germinación de los cereales. Queda, no obstante, sin resolver la posible prioridad en relación con la a. de cereales del Próximo Oriente, y aun el origen autónomo sin influencia del Sudeste asiático. De todas maneras es evidente la existencia de este foco, ya sea derivado u originario. Un tercer punto de difusión de especies vegetales, altamente especializado, se constituye en Mesoamérica. Este foco da lugar a las tres quintas partes de las riquezas agrícolas. Entre estas plantas cultivables y de excepcional valor económico actual para grandes contingentes humanos, se pueden citar la patata, maíz, tomate, pimiento, cacao, cacahuete, coca, caucho, tabaco, quinina, vainilla, superando en mucho el número de plantas cultivadas conocidas en el Viejo Mundo en el momento del descubrimiento del continente americano. El sugestivo problema del posible origen independiente de la a. en América es discutible. Abarca un doble aspecto: por una parte, la idea o creación de la a., y, por otra, el origen de las plantas cultivadas en América en el momento del descubrimiento del continente. Son muchos los investigadores que señalan conexiones espirituales y materiales entre el Viejo y el Nuevo Mundo. El hecho de que las culturas agrícolas americanas se originaran en la zona comprendida entre México y Ecuador cercana a la costa del Pacífico, donde confluyen corrientes marinas desde el Viejo Mundo, es del mayor interés. Faltan en América las fases iniciales formativas de culturas recolectoras, siendo además muy rápido el desarrollo de los métodos agrícolas. A favor de la tesis de un origen americano independiente de la a. se señala la procedencia americana de las principales especies cultivadas. Sin embargo, la investigación botánica ha demostrado la ausencia en América de especies de maíz silvestre, planta considerada típicamente americana; por el contrario, variedades antiguas de maíz (v.) se encuentran en el Viejo Mundo: Persia, Turquestán, los países del Himalaya e Indochina. En China oriental estaba ya asentado en el s. XVI y, desde luego, no llega a través del Pacífico. Existen otras especies comunes a ambos continentes, como la palmera cocotera, el taro, el ñame y variedades de calabaza y algodón. Los métodos e instrumentos de cultivo empleados en América son los mismos que en el Sudeste asiático (cultivo en terrazas con sistemas de riego desde los indios pueblo al Perú, bastón de plantar, etc.). Hay coincidencias sociales y religiosas con los elementos propios del sustrato cultural agrícola del Sudeste asiático. Gran número de plantas son originarias de América o allí han experimentado procesos de hibridación (v. afBRIDO) y adaptación por acción del hombre, pero la idea y principios de la a. han debido de llegar a través del Pacífico, al igual que otros elementos culturales. La alta especialización agrícola de las culturas americanas es probablemente debida a la necesidad de ensayar toda forma posible de alimento vegetal ante la escasez de anima les susceptibles de ser domesticados (v. AFRICA III y Iv, l). 3. Evolución. En la zona que comprende el NO de la India, Afganistán, Irán, Transcaucasia y Anatolia oriental, además de cultivarse variedades de trigo y centeno, se aclimatan pronto diversas variedades de árboles frutales (v. ÁRBOL I, 2). Los guisantes y lentejas son antiguas especies originarias de esta zona, de donde procede la vid difundida por la cuenca mediterránea. El consumo de vino se generaliza en el Próximo Oriente hacia el 4.000 a. de C. El lino (v.), cuya difusión está unida al desarrollo de las técnicas del tejido, procede de este foco. En su proyección hacia el Mediterráneo, la puesta en práctica de la idea del cultivo de plantas añade probablemente el olivo, la higuera y la haba. Este fenómeno de difusión de la a. se produce tanto por migraciones como por contactos culturales. Antes del 4000 a. C., la a. de cereales llega a Egipto (Meriende y Fayum), desde donde se difunden las especies cultivadas hacia Occidente y centro y sur del continente africano. Las primeras comunidades de agricultores (en Egipto) se asientan en Meriende y Fayum, ascendiendo por el curso del Nilo y proyectándose hacia el interior del continente africano. Desde el valle del Nilo se difunde la a. a todo el Norte africano que gozaba de mejores condiciones climáticas que en la actualidad. Probablemente, en el área del Sudán geográfico, es decir, en la zona al S del Sahara limitada al O por el océano Atlántico, al E por los macizos de Abisinia y al S por la selva ecuatorial, se aplica la idea del cultivo del sorgo, única especie vegetal que parece originaria de África (V. ÁFRICA III). Posteriormente, hacia el 3000 a. C., y siguiendo el curso del Danubio, penetran en Europa pueblos cultivadores de cereales (mijo, cebada y trigo), que también poseen animales domésticos, talan bosques para obtener espacios aptos para la a. (tala y quema o milpa), y cuyas migraciones y áreas de cultura penetran hasta los valles del Rin y del Mosa. Estas migraciones están bien documentadas por el estudio de sus cerámicas. Hacia el 2500 a. C. la a. ha llegado a toda Europa occidental, donde existe un complejo cultural bastante homogéneo denominado Neolítico occidental. Este carácter tienen las culturas de Almería en España, Lagozza en Italia, Michelsberg en Alemania, Cartaillod en Suiza, Chassey en Francia, WindminHill en Inglaterra, etc. Hacia el Oriente, la a. de mijo y trigo (v.) alcanza Asia occidental, donde se incorpora más tarde una especie cultivable de gran importancia económica para grandes contingentes humanos: el arroz (v.), planta que crece espontáneamente en la zona comprendida entre la India e Indochina. En el 2000 a. C. el arroz se cultivaba en China, desde donde se difunde hacia el Sudeste asiático. Aquí confluyen distintas especies vegetales, cereales, originarios del Neolítico del Próximo Oriente, y las plantas procedentes de este área geográfica: ñames y Caros, bananas, cocotero y árbol del pan, especies que hacen posible el asentamiento humano en las islas oceánicas. Se aclimatan nuevas variedades de arroz que necesitan un ambiente encharcado, y muchos pueblos como los actuales ¡fugaos de Filipinas desarrollan técnicas de regadío bastante complejas. La a. intensiva, mediante el uso de arado, supone un mejoramiento. Su área se reduce a Europa, norte de África, Próximo Oriente, Asia central y norte de China, donde se asocia al cultivo del trigo como planta dominante junto con la cebada (v.) y el centeno (v.); en Extremo Oriente se asocia al cultivo del arroz. Numerosos son los centros derivados donde la aplicación del descubrimiento de la a. origina el ensayo del cultivo de nuevas plantas difundidas a otras áreas, siguiendo la mecánica cultural de este fenómeno, en el que no sólo intervienen factores de índole práctica (utilidad y compatibilidad), sino también psicológicos. P. ej., la patata, cuya utilidad es evidente, tarda mucho tiempo en ser aceptada en Europa como alimento, hasta que con la guerra de los Treinta Años se difunde su cultivo. Por el contrario, el uso del tabaco en todas sus formas, pese a prohibiciones oficiales, se difunde en Europa por vía mediterránea y continental, pasando inmediatamente a Asia con tal rapidez que constituye un caso único en la historia de la difusión de las plantas cultivadas. En menos de 200 años esta planta se reintroduce en América por el Nordeste de Asia. En la actualidad, el cultivo de las plantas no se ha difundido aún en algunas zonas marginales de difícil penetración, donde muchos grupos humanos subsisten desarrollando una estricta economía de recolectores y cazadores sin conocimiento alguno de la a., tales como pigmeos y negritos, bosquimanos, fueguinos, australianos, indios amazónicos, etcétera; pese a ello conocen plantas silvestres comestibles que recolectan para su alimentación. 4. Técnicas. Los métodos de la a. varían según los elementos técnicos disponibles y las condiciones fisiográficas. En los primeros estadios del Neolítico se practica una a. simple de azada y en los lugares boscosos se procede a la tala y quema periódica, como ocurre todavía en vastas zonas geográficas. Posteriormente, la introducción de los abonos (v.), y sobre todo el progreso técnico que supone la invención del arado, que implica necesariamente la posesión del ganado mayor, conduce al desarro llo de la a. moderna. De 2.500 especies vegetales comestibles conocidas, se recolectan alrededor de 700 y solamente unas 250 son objeto de cultivo agrícola. La a. explota el ciclo vegetal en cuatro etapas: 1) la preparación del suelo, 2) la siembra, 3) el cuidado de los campos de cultivo, y 4) la recolección. El cultivo de las plantas exige un trabajo previo de preparación del suelo, que se realiza mediante un doble proceso: remoción de la tierra y mejoramiento de su composición química. Con la remoción se consigue la filtración de las aguas pluviales, dificultando su evaporación y favoreciendo el desarrollo de las raíces. La remoción del suelo se efectúa con la azada que, excavando en profundidad, no sólo realiza esta función mecánica, sino que consigue el enriquecimiento del suelo por la descomposición de la cobertura vegetal, o con el arado, que supone un perfeccionamiento técnico de la azada. El mejoramiento se procura por medio de abonos que refuerzan las cualidades del suelo, remediando la ausencia de materias orgánicas o minerales,, o creando un mejor equilibrio de éstas. En los grupos de a. simple el abono de los suelos se consigue inconscientemente por la quema de la cobertura vegetal preexistente y esparcimiento de las cenizas. Aunque esta operación se hace para dejar espacio libre a las plantas cultivables, se consigue también el enriquecimiento del contenido mineral del suelo. La mejora consciente del suelo por los abonos se desarrolla en un estadio avanzado de la a., utilizándose las materias orgánicas procedentes de animales domésticos e incluso humanas, como en Extremo Oriente. El uso de abonos químicos supone un perfeccionamiento notable en las técnicas agrícolas, quedando paulatinamente limitados los abonos naturales. El sembrado se realiza generalmente soterrando en el suelo las semillas o tubérculos. La siembra mediante el sistema de arrojar las semillas en las tierras es menos corriente, aunque es lo habitual en el mundo occidental, frecuentemente unido al sistema de la a. de arado. En Extremo Oriente se siembra en línea, siguiendo los surcos, para aprovechar al máximo el espacio, intercalando también en línea otras plantas más tempranas o más tardías respecto al tiempo de la recolección. Así se alterna el trigo con los nabos, la morera con el maíz y, por la misma razón, se rodean los arrozales con alubias. Las técnicas de la arboricultura (v. BOSQUE II), también variadas, suponen el conocimiento de las técnicas de trasplante (v.) e injerto (v.); a veces es preciso esperar un cierto tiempo relativamente largo para obtener los primeros frutos. Ello implica el sedentarismo de los grupos dónde se practica. La planta necesita unos cuidados especiales durante su crecimiento, protegiéndola contra los elementos naturales y de los animales por diferentes procedimientos. Los cultivos se resguardan de los vientos efectuando las plantaciones en hoyos naturales o artificiales o estableciendo barreras de árboles o arbustos, sistema muy frecuente en zonas de vientos fijos dominantes. A veces, ciertos cultivos, como algunas variedades de té, necesitan protegerse del sol bajo un toldo, normalmente de esterillas de paja; más recientes son las técnicas de protección contra las heladas. Contra los animales se emplean cercas, trampas y espantapájaros, aunque en regiones tropicales es necesaria una vigilancia directa, encargándose los jóvenes de espantar los animales. Existen diversas modalidades para llevar a cabo la recolección de frutos. Los productos subterráneos son desenterrados normalmente con los mismos instrumentos que se utilizan para preparar el suelo (bastón de cavar o azada). Para cortar las plantas herbosas o con tallo se emplean instrumentos especiales, los más antiguos han sido una serie de implementos rectos cortantes o formados por varias piezas de sílex dentadas, documentados ambos en la Prehistoria. Las hoces propiamente dichas son instrumentos difundidos más tardíamente desde Eurasia, siendo el resultante de una evolución progresiva de los antiguos elementos cortantes. La guadaña, empleada en Europa septentrional y occidental, es una evolución de la hoz. La utilización de cuchillos de segar persiste aún hoy día en la periferia africana y extremo oriental, habiéndose reservado su uso con carácter ritual (así en Vietnam, para el corte de la primera espiga de la cosecha) o para determinadas especies de arroz. Como medio auxiliar en las faenas de recolección es bastante general el uso de un bastoncillo recto o curvo para reunir y sostener los tallos durante la operación de corte. En Asia Menor se utiliza un gancho de una forma especial. La recolección de frutos de los árboles se efectúa directamente a mano o mediante un útil cortante que adquiere formas especializadas. A veces es necesario, para realizar esta operación, trepar a los árboles, lo que suele hacerse con ayuda de un lazo que se amarra a los tobillos y auxiliándose de ataduras que sostienen el cuerpo; también es corriente hacer muescas en los troncos lisos. Estos procedimientos de recolección de frutos de árboles son habituales en América tropical e Indias orientales. Modernamente, con la introducción progresiva de máquinas de aplicación agrícola, tales como el tractor, cosechadoras, segadoras, etc., las faenas agrícolas se han simplificado, y se tiende a acabar con los procedimientos tradicionales. 5. Tipos. Existen varios tipos de a., que responden en su origen a diversos factores, como son las posibilidades del suelo, la densidad de la población y la existencia de animales de trabajo, entre otros. Los principales tipos de a. son cuatro: extensiva, intensiva, policultivo y monocultivo. A. extensiva es la que necesita mucho espacio y largos periodos de barbecho que permitan la formación de sustancias fertilizantes; este tipo de a. lo practican en general los pueblos nómadas o seminómadas de las regiones subtropicales. Da origen a veces a un verdadero nomadismo (v.), pues los hombres tienen que emigrar continuamente buscando los claros del bosque. La práctica de la a. intensiva, que aprovecha al máximo el terreno disponible, es propia de los lugares de gran densidad de población, singularmente en algunos puntos de Extremo Oriente, donde configura típicamente el paisaje y es posible conseguir dos o más cosechas al año si la tierra es fértil, no siendo rentable el cultivo de plantas que, como el trigo, precisan una hibernación para completar el ciclo agrícola. Los policultivos son característicos de la zona mediterránea, donde la arboricultura (olivos y árboles frutales) desempeña un papel importante, alternando en los mismos campos con viñedos, cereales, legumbres, etc. Suponen una cierta autarquía en la economía agrícola de los grupos donde se da este género de cultivo. La importancia y necesidad de riego ha promovido complejas técnicas y manifestaciones jurídicas consuetudinarias. Una especialización impuesta por el medio la constituyen los policultivos de oasis en las zonas desérticas. Los monocultivos son consecuencia de la a. encaminada a la producción industrial que se práctica en las áreas desarrolladas de Eúropa y Nuevo Mundo, donde hay grandes zonas trigueras o vinícolas, en las que desaparece el campesino agricultor típico para ser sustituido por contingentes de obreros de carácter temporal que utilizan elementos técnicos mecánicos para las operaciones agrícolas.
I. P. GARRIDO RDIZ
http://www.canalsocial.net/GER/ficha_GER.asp?id=7536&cat=Historia

miércoles, 14 de enero de 2009

LA AGRICULTURA EN LA HISTORIA


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La Agricultura en la Historia
Enviado por Cecilia el 17/09/2006 a las 9:24

Los cultivos indígenas y las plantas y ganados traídos de Europa permitieron el desarrollo de una variada actividad agrícola en América. Las grandes civilizaciones que florecieron en las áreas mesoamericana y andina, no sólo habían resuelto exitosamente los problemas de subsistencia alimentaria, sino además habían creado ingeniosos y eficientes sistemas agrícolas. Las chinampas aztecas o las terrazas de cultivo andinas, utilizadas aún hoy en día, son un claro ejemplo del aprovechamiento racional de los recursos que proporcionaba el suelo americano. El transcurso del tiempo es testigo de la armónica relación que los nativos establecieron entre sus sistemas de producción y el medio ecológico. La América indígena aportó al mundo numerosas especies vegetales domesticadas. Estas constituyeron el 17% de los cultivos que se consumían entonces en todo el orbe. Entre ellas se pueden destacar: el maíz -base alimenticia de los indígenas-, la papa, los frijoles, el cacao, la mandioca o yuca, el tabaco, la coca, los tomates, el maní y numerosas frutas tropicales (piña, chirimoya, mango, entre otras). Los europeos, por su parte, introdujeron los cultivos de cereales, leguminosas, diversas hortalizas, la vid, el olivo, la caña de azúcar y algunas especias, muchas de ellas de origen asiático. Asimismo, los animales que acompañaron a los conquistadores españoles se reprodujeron y dispersaron rápidamente por todo el territorio americano. Caballos, cerdos, vacas, ovejas y aves de corral comenzaron a pulular en todo asentamiento humano, incluso indígena. Como bien señala Manuel Lucena Salmoral, "Iberoamérica reunió en su territorio toda la experiencia humana en la domesticación de plantas alimenticias e industriales: las autóctonas y las procedentes del mundo euroasiático-africano. Las culturas del trigo, del arroz y del maíz se encontraron en suelo americano y caminaron juntas desde entonces, para beneficio de toda la humanidad". Estas singulares condiciones de la América española incidieron en una producción agrícola muy variada de región en región. En un comienzo los conquistadores españoles menospreciaron la agricultura, volcándose principalmente hacia la minería. Sin embargo, los centros mineros no podían subsistir sin agricultura y ganadería, pues debían resolver los problemas de alimentación y transporte. Así, en torno a las explotaciones mineras tempranamente se establecieron haciendas y estancias, cuya producción de trigo, carne de puerco y res, mulas, maíz, cueros y sebo se dirigió a satisfacer las necesidades de la población minera. A lo largo de los siglos XVII y sobre todo XVIII, la agricultura se transformó en la actividad económica más importante en América. Ello se debió principalmente al crecimiento de la población, con el consiguiente aumento de la demanda de alimentos; a la valorización social que otorgaba la posesión de la tierra; y al establecimiento de numerosas haciendas y estancias en territorios que antes no se destacaban por su productividad. Los factores climáticos y geográficos determinaron el desarrollo de ciertas zonas que se especializaron en el cultivo de algunas plantas o en la crianza de ganado mayor. De esta manera, en las Antillas sobresalían las plantaciones de la caña de azúcar y la ganadería. Nueva España y Centroamérica se destacaron por el tabaco, cacao, trigo, seda, azúcar, algodón, añil y la grana o cochinilla. En el norte de México prosperó la ganadería extensa, al igual que en Venezuela, tierra del chocolate
http://www.chilepotenciaalimentaria.cl/?p=1729

viernes, 19 de diciembre de 2008

AGRICULTURA EN LOS SIGLOS XVI - XVIII

Siglos XVI-XVIIILa agricultura en la antigua gobernación de Venezuela se desarrolló a partir de los productos indígenas que hallaron en estas tierras los primeros pobladores españoles. El principal, por ser el más común y de mayor abundancia, el maíz, que constituyó la base de la alimentación no sólo de los nativos, sino de los mismos europeos que lo apreciaron desde el primer momento; adaptándose a su empleo en las distintas formas que solía usarse a manera de pan, y en adelante se constituyó en el fundamento de su dieta, tal como ocurrió en el resto de América, de donde fue llevado prontamente a Europa. En las primeras expediciones emprendidas por los Welser desde Coro, a partir de su arribo en 1529, encontraron plantaciones y aun grandes depósitos de maíz, como el que describe Jorge Spira en 1535 en un pueblo indígena al pie de la cordillera, con más de 1.500 fanegas (70.000 kg aproximadamente). Otro de los productos que entraron inmediatamente en la dieta de los descubridores y conquistadores, fue el casabe obtenido de la yuca (Manihot utilissima). El desarrollo de la demanda hizo pronto insuficiente la producción local, pues en el Primer libro de la Hacienda Pública aparecen 2 registros por un monto de 70 cargas introducidas en Coro en 1534, evidentemente procedentes de regiones costeras muy próximas, pues a corta distancia de Coro había plantaciones. Otros 2 productos que encontraron los europeos en Venezuela y que más tarde adquirirían gran importancia en los mercados continentales y sobre todo de Europa hasta nuestros días, fueron el algodón y el tabaco. El primero se daba silvestre y con su fibra los indígenas fabricaban los toscos paños que les servían «Épara cubrir sus vergüenzasÉ», y un artículo de uso doméstico que más tarde tendría también por parte de los españoles un uso muy común y difundido: la hamaca. Al principio quedó limitado a los bosques naturales, pero cuando la industria textil europea generalizó el empleo del algodón americano, surgieron las nuevas plantaciones y la aplicación de métodos modernos para su cultivo e industrialización de la fibra. Fue tan considerable el aprecio en que se le tuvo, que los rústicos hilados de algodón circularon a la manera de monedas naturales aun ya entrado el siglo XVII. En cuanto al tabaco, aunque conocido desde muy temprano por el recién llegado europeo, la difusión de su empleo en aquel continente y la formación de un mercado con una demanda en creciente expansión, tardó un poco más y llegó a convertirlo en el más precioso producto venezolano de las primeras décadas del siglo XVII, y hacia los últimos años del siglo XVIII dio a la Tesorería española una de sus más sólidas y gruesas rentas. La cocuiza (Fourcroya humboldtiana) fue otro producto nativo que se integró a la economía y a los usos españoles, sobre todo en cordelería y el calzado popular, la típica alpargata que no sólo se empleó localmente, sino que fue objeto de pequeñas extracciones hacia Margarita y otras islas vecinas y la fibra entró como tal en el comercio foráneo de Venezuela: en 1601-1605 el valor de la cocuiza extraída montó a 10.500 maravedís y en el quinquenio siguiente de 1606-1610, alcanzó a cerca de 69.000 maravedís. Dos productos nativos tuvieron aplicación industrial como colorantes y fueron el palo brasil (Haemataxylon campechianum) y el llamado sangre de drago (Pterocarpus officinales), utilizándose éste además como astringente. El producto de la medicina aborigen de mayor difusión y permanencia dentro del comercio colonial, fue la zarzaparrilla (Smilax), empleada como eficaz sudorífico y depurativo, que alcanzó importancia en el comercio foráneo de la gobernación en el siglo XVI y sobre todo en el siglo XVII durante el cual en ciertos períodos (1611-1615 y 1616-1620), resultó por un valor equivalente a casi el 5% de las exportaciones. En el primero de esos quinquenios la exportación fue de 907.000 maravedís; en el segundo se aproximó a esa cantidad, y en el período de 1631-1635, pasó de 1.096.000 maravedís. Sin embargo, el fruto más importante y sobre el cual se fundó toda la economía colonial venezolana, fue el cacao (Theobroma) que según diferentes testimonios, siendo oriundo de América, existió silvestre en algunas regiones de Venezuela. Los primeros pobladores españoles encontraron abundantes arboledas en la región de Mérida, cuyos aborígenes extraían del grano aceite para encender lámparas votivas en homenaje a sus dioses, atribuyéndole también cualidades medicinales; pero también preparaban la conocida infusión que tomaban endulzándola con miel de abeja. Los hallazgos arqueológicos de los alrededores del lago de Valencia, en la región central, revelan que era conocido ahí al encontrarse cacharros con la típica mazorca. La relación del gobernador y capitán general de la provincia de Venezuela, Juan de Pimentel, de 1579, no menciona esta especie entre las que se cultivaban en el valle de Caracas; en cambio, la descripción de la laguna de Maracaibo por Rodrigo de Argüelles y Gaspar de Párraga, del mismo año, incluye el cacao entre los frutos procedentes de Mérida que podrían ser objeto de comercio con el Nuevo Reino de Granada y España. Al producirse la comunicación con México y conocerse la gran demanda de este grano en ese mercado, se estimuló la plantación para el tráfico foráneo extendiéndose por las costas de Barlovento, de Chuao y también hacia el oriente. A los anteriores productos originarios de América y particularmente del suelo venezolano, se agregaron desde muy temprano los de origen europeo, que hallaron en el medio físico local condiciones para su desarrollo, integrándose a la economía agrícola colonial introducidos y desarrollados por los primeros pobladores españoles. Entre esos productos citaremos como principales el trigo y la caña de azúcar. Plantaciones de trigo se hicieron primeramente en El Tocuyo, desde donde se extendió a las regiones vecinas trascendiendo a Trujillo y sobre todo a la provincia de Mérida donde alcanzó relativa extensión, pues desde ahí se extrajo para el Nuevo Reino de Granada. Pasó hacia el tercio final del XVI al valle de Caracas y zonas inmediatas, al punto de regarse cosechas abundantes que abastecieron a Cartagena de Indias y a casi todo el Caribe insular, alcanzando su comercio el primer lugar en la década final de ese siglo y sobre todo en el primer quinquenio del XVII, en el que alcanzó el 63% del valor de todas las exportaciones de Venezuela. Posteriormente declinó bajo el impacto del comercio del cacao, a partir de la tercera década, aunque se conservó como parte de la economía de subsistencia de relativa importancia, con una demanda local cada vez mayor. Paralelamente al trigo, se desarrolló el cultivo de la cebada, aunque ésta no alcanzó un desarrollo significativo. La caña de azúcar no aparece citada en las relaciones de 1578; sin embargo debió haber sido introducida posteriormente, en la década final del siglo XVI, pues hay extracciones de azúcar en el quinquenio de 1601-1605, montantes a 343 arrobas; las plantaciones debieron desarrollarse con extrema rapidez, pues en el quinquenio siguiente de 1606-1610, el valor de la extracción pasó de 11.600 maravedís a 235.000, y en el quinquenio de 1616-1620 alcanzó a casi 2.000.000 de maravedís. A partir de esa fecha comenzó a declinar la exportación hasta desaparecer enteramente, pues el consumo interior absorbió toda la producción y los agricultores por su parte, perdieron interés en este cultivo, volcándose hacia el del cacao que hacía mucho más rentable el empleo de la mano de obra esclava ocupada en los cañaverales y trapiches. La economía agrícola colonial americana y en este caso la de Venezuela, tuvo su principal fundamento en las especies aborígenes, que constituyeron el más valioso aporte a la civilización occidental, además del efecto motor de las grandes remesas de metales preciosos que aceleraron la actividad mercantil y en particular la economía monetaria. Las grandes plantaciones de caña de azúcar ocurrieron en el siglo XVIII, estableciéndose en el área insular del Caribe que recibió un tratamiento prioritario por parte de España, lo que permitió el gran desarrollo de la industria azucarera. Otros cultivos foráneos, entre ellos el café, llegaron a Venezuela y en general a América muy tarde, correspondiendo su desarrollo mercantil a la segunda mitad de ese siglo. El añil fue introducido también en las postrimerías del régimen español y tuvo una vida precaria y corta por el advenimiento del colorante químico. No sucedió lo mismo con los cultivos frutales, en los que se advierte la más apreciable contribución de España y de otras culturas europeas. En las relaciones geográficas de mediados del siglo XVI, se citan como frutas nativas, el aguacate, la guayaba, mamones, la guama, la piña, guanábana y uvas de la mar; los totumos, aunque no servían para la alimentación, sí se usaban como vasijas y para proteger partes delicadas del cuerpo; plátanos, el mamey, el corozo y la cañafístola, además de los frutos del cactus y de las palmeras, y muchos otros silvestres. Procedentes de España, las relaciones de 1578 citan otras frutas, tubérculos, granos y foliáceas, además de otros productos ya citados: garbanzos, habas, cebollas, lechugas, rábanos, berenjenas, coles, nabos, perejil, hierbabuena, anís, ajos, cilantro, berros, mostaza, eneldo, melones, pepinos, hinojo, el mastuerzo, la manzanilla, el arroz; uvas de parra de las que recogíanse 2 cosechas al año, aunque sólo para comer, pues no llegó a fabricarse vino, que se traía abundante de la metrópoli; higos, granadas, limas, limones, cidras; llantén, verdolagas, albahaca, cominos, orégano, zanahorias. Y flores de todos colores y clases, entre ellas rosas y claveles de Andalucía. En los bosques había abundancia de grandes árboles que daban excelentes maderas, entre ellos cedros de 2 a 3 géneros, muy gruesos y olorosos y «Éhácense de ellos mesas, arcas y puertas y es el mejor árbol silvestre que aquí hayé» Muchos nogales y almendros y robles «Éque sirven de vigas para casas y son recios y buenosÉ» Las ceibas de las que «Élos naturales hacen canoas»; y el guayacán. El jobo, que además de la fruta como ciruela, se utilizaba también en la fabricación de esas pequeñas embarcaciones. Al llegar a su término el primer siglo de la presencia española, los productos de la agricultura que Venezuela exportaba con destino a España, Cartagena de Indias, Canarias y territorios insulares del Caribe, alcanzaban una variedad de 13 especies, que añadidas a los derivados de la ganadería, a los tejidos y la sal, componían un cuadro de 28 efectos. Pero en el curso de la primera mitad del siglo XVII ese amplio espectro del comercio foráneo se redujo aceleradamente y ya en 1650 dominaba casi absolutamente el cacao con el 78,5%, siguiéndole los cueros con el 19,1%. Los demás productos habían desaparecido; sólo quedaba el tabaco, apenas, el 0,4%; la zarzaparrilla, el 1,5% y un poco de harina de trigo, el 0,1%. Al finalizar el siglo XVIII ya era firme la posición del café que disputaba al cacao el primer lugar, y nuevamente el cultivo del tabaco había tomado impulso al amparo del estanco que difundió en Europa el tabaco Barinas haciéndolo famoso, por su calidad el primero, seguido del Guaruto en las proximidades de Valencia aunque destinado sólo al consumo interno de la gobernación y de los dominios hispánicos.E.Ar.F.
Siglo XIXDurante este siglo, la agricultura venezolana reafirmó rasgos que ya se advertían desde la segunda mitad del siglo XVIII, entre los cuales cabe destacar: la vocación monoproductora, su orientación predominante hacia el mercado externo y su dependencia de éste, así como las dificultades para mantener rendimientos crecientes. Circunscrito a un ámbito geográfico de escasas proporciones en relación con la disponibilidad de tierras, para la primera década del siglo XIX la agroexportación afianzó su predominio en el cuadro de la producción, bajo el liderazgo del cacao y con la participación de otros bienes, como el tabaco, el café, el añil y los cueros de res. Con la desorganización de la base productiva como consecuencia de la Guerra de Independencia, esta expansión se frenó y la agricultura entró en una situación de estancamiento de difícil y lenta superación hasta los años de 1870, cuando, al atenuarse los factores críticos, se produjo una nueva expansión de la producción que mantuvo su impulso hasta el cierre del siglo. Aunque al redefinirse la agroexportación, esta vez bajo el predominio del café, se amplió la frontera agrícola, la persistencia de la carencia de capitales y de la escasez de mano de obra contribuyeron a mantener sin muchos cambios las formas de producción. El latifundio se consolidó como el patrón fundamental de organización del espacio agrario, pese a que la producción familiar amplió su alcance geográfico y su importancia en la actividad para el mercado externo.
La producción en la primera década:Entre 1800 y 1810, el cultivo del cacao continuaba en ascenso alcanzando mayor importancia en la provincia de Caracas, seguido muy de lejos por las de Maracaibo y Barcelona y finalmente por la de Cumaná·, de incorporación tardía. Alejandro de Humboldt estimaba que durante el período 1800-1806 la producción de cacao de la capitanía general de Venezuela era de 193.000 fanegas, a la cual las provincias contribuían en 77, 10, y 2% respectivamente. El cacao superaba con mucha distancia a otros bienes de exportación que, incorporados en un momento más reciente, parecían abrir mejores opciones frente a las desventajas que presentaba dicho producto. A juicio del mismo Humboldt, los problemas residían en la rápida descomposición del fruto y las dificultades para almacenarlo más allá de un cierto tiempo, así como al largo período entre siembra y cosecha. Asimismo, François Depons destacaba el constante ataque de insectos, aves y otros animales y los bruscos cambios climáticos. A pesar de ello, la producción de otros cultivos, aunque creciente, se mantuvo en niveles limitados, obedeciendo sobre todo a las condiciones del mercado y a las políticas metropolitanas. Bajo los auspicios de la Compañía Guipuzcoana desde la década de 1770, el añil se había extendido particularmente en los valles de Aragua impulsando el crecimiento de Maracay, La Victoria y Turmero. Sin embargo, su auge cesó rápidamente y en la última década colonial ya era notorio el decaimiento de su cultivo que Humboldt atribuía al empobrecimiento de los suelos ocasionado por la planta, a las dificultades de su comercio por las guerras y a la competencia de la producción asiática. El algodón, que se exportaba desde la década de 1780, se cultivaba principalmente en los valles de Aragua, aunque también se había expandido hacia las provincias de Maracaibo y Cumaná. En la década siguiente, el café comenzó a cobrar significación favorecido por ciertas medidas de liberación de su comercio. Su mayor rentabilidad comparada con la del cacao y su adaptación a tierras hasta el momento sin valor económico, contribuyeron a difundir rápidamente su cultivo en los valles de Caracas y Aragua, así como a intentarse en otras zonas del país. El tabaco, a pesar de su importancia fiscal, seguía teniendo escasa presencia en las exportaciones y, sometido al control del Estado, su cultivo se localizaba en determinadas zonas en las provincias de Barinas y de Cumaná. Aunque la caña de azúcar se encontraba bastante difundida en el espacio agrícola, se destinaba mayormente al consumo interno con exportaciones ocasionales y de escasa magnitud. Más importancia tenía la exportación de productos ganaderos, principalmente cueros, a pesar de que, desde fines del siglo XVIII, parecía experimentar un descenso, del cual podía ser responsable en gran medida el abigeato. Junto a estas producciones, se hallaba una extendida actividad agropecuaria de subsistencia orientada hacia el mercado interno que, aunque de difícil cuantificación, debió ampliarse en el período considerado, tanto para atender la alimentación de la mano de obra vinculada a la agroexportación, como para suplir el consumo de los principales centros poblados. A Humboldt le llamaba la atención que, en el valle de Caracas, «manzanas y membrillos» fueran reemplazados por «maíz y legumbres» al «aumentar el número de negros labradores» con el café.
Impacto de la Guerra de Independencia en la producción:El prolongado enfrentamiento bélico que afectó con mayor intensidad las provincias de Caracas y de Cumaná contrajo considerablemente la producción agropecuaria y las exportaciones. El cultivo del café, cuyo descenso fue menor que el experimentado por los otros productos de exportación, alcanzó en 1830 niveles similares a los de inicios del siglo, logrando desplazar al cacao en el primer lugar de las exportaciones. Durante la década de 1830, dichos productos representaron entre el 50 y el 60% del valor total de las exportaciones. Aunque incompleta, la información recopilada por la Sociedad Económica de Amigos del País en su Anuario de la provincia de Caracas permite advertir la importancia que en esos años llegó a alcanzar el cultivo del café, ya que señala la existencia de 701 gs de cultivo con 7.364 matas, y 356 de cacao con 7.197 matas en promedio. Junto con el cacao, cuya producción de acuerdo con Agustín Codazzi en 1840 alcanzaba a la mitad del nivel de 1810, la de añil, algodón y tabaco también decreció en los años que siguieron a la guerra y el deterioro sufrido a la ganadería llevó a que, en 1826, se prohibiese la exportación de caballos, yeguas, mulas y asnos. Igualmente fue afectada la producción agropecuaria para el consumo interno, lo cual agravó los problemas de desabastecimiento sobre todo en la provincia de Caracas y originó la subida de precios en bienes de la dieta diaria de la mayoría de la población, como ocurrió con la carne, el maíz y otros granos. El agudo desabastecimiento de éstos y otros bienes de consumo alimenticio y el aumento de los precios ocurridos en 1837 reflejan la persistencia del problema.
Recuperación de la producción:A partir de la década de 1840, la producción agropecuaria comenzó a recuperarse lentamente, pero no fue sino hasta fines de la década de 1860 cuando logró expandirse. La producción de café ascendió, estimulada por el alza de los precios en los mercados internacionales, llegando a multiplicarse por 5 entre 1840 y 1866 al ampliarse las extensiones cultivadas principalmente en los valles de la provincia de Caracas. Mientras tanto, el cacao se mantuvo estancado a la vez que disminuyó su significación en el panorama agroexportador, llegando en 1860 a representar un 6% del valor de las exportaciones, mientras que el café aportaba el 50% del mismo. Entre 1866 y 1889, período de franco proceso expansivo, el café duplicó su producción, mientras, en esa última década, el cacao logró cierta recuperación que le permitió alcanzar los niveles de la última década colonial. Otros productos vieron menguada su participación en las exportaciones, reafirmándose la condición fuertemente monoproductora de la agricultura venezolana. El cultivo del tabaco, en lo esencial orientado al consumo interno, prácticamente desapareció como bien de exportación desde mediados del siglo. Otro tanto ocurrió con el algodón, aunque con un fugaz repunte entre los años 1860 y 1870 como consecuencia de la Guerra de Secesión en Estados Unidos. Asimismo, decayó el cultivo del añil al comenzar a imponerse el uso de colorantes químicos desde la década de 1830, de tal manera que su participación en el valor de las exportaciones, que en esos años había sido del 10 al 15%, descendió a 1 y 2% a mediados del siglo. La caña de azúcar, incapacitada para competir con la producción de otras áreas del Caribe, con más altos rendimientos y bajo costo, continuó dedicada al consumo interno, mientras que la exportación de bienes ganaderos, si bien estuvo en ascenso desde fines de la década de 1830 decayó nuevamente debido a los efectos de la Guerra Federal. Con el cultivo del café, se amplió considerablemente el espacio agrícola ya que, si bien se sembró en áreas antes dedicadas a añil, algodón y caña de azúcar, sobre todo en los valles de Aragua, más importante fue su expansión en tierras incultas tanto por la utilización de laderas y vertientes en los linderos de las haciendas o la dedicación de parte de la tierra de la producción familiar como por la ocupación de nuevas áreas que, en algunas zonas, implicó una suerte de proceso colonizador, como en los estados andinos, particularmente en el Táchira y en el macizo Oriental. Aunque en la zona centro-costera seguían manteniéndose los núcleos principales de la agricultura de exportación, con el auge del café, otras zonas del país se vincularon activamente al mercado internacional, como el caso de los Andes, cuya producción alcanzó niveles significativos a partir de la década de 1870 y el macizo oriental, si bien con un desarrollo más tardío y de menor alcance. A partir de la información que trae el Annuaire Statistique des États Unis du Vénézuéla de 1884, se estima que el café llegó a ocupar el 20% de la superficie cultivada y el cacao un 5% aproximadamente. El resto del área agrícola se dedicaba a caña de azúcar, maíz, granos y frutos menores, particularmente dentro de la economía de subsistencia que debió también experimentar una cierta expansión considerando el incremento de la mano de obra ocupada, producto de la limitada recuperación demográfica, evidenciada por el aumento de los poblados de más de 3.000 h. La ganadería extensiva se dispersaba en la amplia zona de llanos bajo formas precarias de ocupación del territorio, mientras que una actividad ganadera más intensiva de ganado vacuno y mular, pero más limitada, se desarrollaba en intersticios del área agrícola estimulada por las demandas de la agroexportación. La expansión de la agricultura produjo una sustancial modificación del paisaje en todo el arco montañoso costero, la cual fue apreciada por distintos viajeros que dejaron su testimonio. En los valles, desaparecieron casi completamente los bosques para dar paso a la caña de azúcar, frutos menores y, no en poca medida, al café, mientras en las laderas y vertientes, se extendían bosques secundarios reconstruidos por la acción del hombre.
La carencia de capital:La destrucción de propiedades, la fuga de capitales, la confiscación de bienes, los empréstitos forzosos y el debilitamiento de las fuentes crediticias, ocasionados por las prolongadas guerras civiles que asolaron al país, agravaron las dificultades para la obtención de capitales que había sido una constante de la agricultura colonial. La Iglesia, principal proveedora de créditos durante ese período, se encontraba imposibilitada de seguir actuando como tal, afectada por el estado ruinoso de la agricultura. En estas circunstancias, necesitados de crédito, los productores sólo podían recurrir al capital disponible, el cual, en manos de los comerciantes, se movilizaba en condiciones onerosas. Hacia fines de la década de 1820, eran normales tasas de interés del 2 y 3% mensual, aunque no era raro encontrar tasas de 5% mensual, como bien señalaba Fermín Toro en sus Reflexiones sobre la Ley del 10 de abril de 1834. Esta ley favorecería la actuación del capital usurario al eliminar cualquier restricción en cuanto a sus operaciones. Si bien este tipo de crédito tendió a debilitarse con la eliminación de la ley a fines de la década siguiente y una cierta moderación de las tasas de interés, la carencia de capitales para la agricultura se mantuvo en niveles críticos hasta mediados de la década de 1860, cuando comenzó a cobrar importancia un crédito menos riesgoso y a más bajo interés, suministrado por las casas comerciales con garantía de la cosecha y no de la propiedad. Asimismo, en la década siguiente el decreto de abolición de los censos y de toda forma de crédito otorgado por la Iglesia contribuyó a aligerar las cargas que pesaban sobre los agricultores desde el período colonial. Con todo, el problema persistió, afectando particularmente a los pequeños y medianos productores quienes se mantuvieron dependiendo, en buena medida, del crédito usurero y de los comerciantes intermediarios. La obtención de capital líquido y de créditos a largo plazo y a bajo interés que se «radicaran en la propiedad territorial», como se lee en las «Seis cartas de un agricultor» al periódico El Correo de los Estados (1893), siguió siendo prédica permanente de los agricultores, quienes vieron frustradas sus aspiraciones de obtener un mayor apoyo del Estado a través de la creación de un Instituto de Crédito Territorial o de un Banco Agrario que garantizara condiciones de financiamiento más apropiadas.
La escasez de mano de obra:Con la ruptura del nexo colonial, el problema de la mano de obra en la agricultura se impuso de manera alarmante debido a la desaparición de cerca de una quinta parte de la población, por las dificultades para reincorporar a la producción a los esclavos, fugados durante la contienda emancipadora o alistados en alguno de los bandos, o la población libre movilizada durante los enfrentamientos. Las leyes de manumisión de 1821 y 1830 contribuyeron a disminuir la resistencia de los esclavos y la población libre comenzó a vincularse a las haciendas, obligada por las necesidades de subsistencia, pero no menos por las medidas contra el vagabundeo, cuyas primeras expresiones se encuentran en las Ordenanzas de Llanos dictadas durante la Primera República. Pese a ello, la escasez de trabajadores subsistió, presionada por la creciente demanda del cultivo del café y el drenaje de población por las continuas acciones bélicas. La abolición de la esclavitud en 1854 y los resultados de la Guerra Federal, al consagrar legalmente la libertad y la igualdad, terminaron por debilitar la resistencia de la población trabajadora y, aunados a una cierta recuperación demográfica, favorecieron el incremento de la oferta de mano de obra en el último tercio del siglo. Esta oferta, sin embargo, no fue suficiente para responder a las crecientes necesidades de una agricultura en expansión, cuya demanda de mano de obra, dadas las condiciones tecnológicas en que operaba el cultivo del café, se triplicaban durante los meses de cosecha, momento en el cual la escasez de trabajadores se tornaba aguda. Como es de suponer, las quejas de los agricultores eran continuas, así como abundaban las reflexiones acerca de las causas del problema y las recomendaciones para su solución. Guillermo Delgado Palacios en su Contribución al estudio del café en Venezuela, publicado en 1895, destacaba la posibilidad que tenían los trabajadores de cultivar conucos libremente con lo cual podían garantizar su subsistencia y no se veían obligados a contratarse. Este es un planteamiento que se había repetido insistentemente a lo largo del siglo y que, junto con la preocupación sobre «la abundancia de vagos y maleantes», había significado, en buena medida, el uso de la coerción como un medio de garantizarle mano de obra a las haciendas. La aplicación de las ordenanzas y códigos de policía que se extendieron a nivel provincial en la década de 1840, formalizaron este mecanismo al considerar como un jornalero y, por lo tanto, obligado a trabajar en la propiedad de otro, a todo aquel que no contase con una renta o producto en efectivo mayor de 100 pesos, así como todo agricultor con cultivos menores de 2 fanegas, contando con el recurso a la fuerza pública como garantía de su cumplimiento. Más allá de estas soluciones prácticas, nunca se abandonaron los proyectos planteados desde la ruptura del nexo colonial de atraer inmigrantes europeos al país pero que, pese a los esfuerzos realizados, no fueron exitosos ya que las condiciones de su inserción en la actividad productiva no resultaron atractivas para esa población. La escasez de mano de obra afectó con más intensidad a la zona centro costera, tanto por ser el principal escenario de las contiendas bélicas que se produjeron a lo largo de todo el siglo XIX como por verse azotado por fiebres endémicas o epidémicas en diversos momentos. En la zona de los Andes, que se había mantenido al margen de los enfrentamientos y que presentaba mejores condiciones de salubridad, el problema se presentó de manera menos aguda y, por esas mismas condiciones, se convirtió en un importante receptor tanto de población como de capitales de las zonas bajas, sobre todo durante la Guerra Federal. Así desde 1830, la región andina comenzó a experimentar un crecimiento demográfico que, en el último tercio del siglo alcanzó una tasa de 3,6 en tanto que, en la población total, ese crecimiento sólo fue de 1,7. Al lado de ellos, en ese período, la zona del Táchira se benefició de migraciones estacionales de mano de obra colombiana. Estas circunstancias contribuyeron a la rápida expansión del cultivo del café en los Andes de tal manera que, hacia fines de la década de 1870, esa zona aportaba el 45% de la producción de exportación de dicho producto.
La dependencia del mercado internacional:Con el ciclo del café el funcionamiento de la agricultura se hizo más vulnerable al comportamiento de las economías europeas y, en particular, a las oscilaciones de la demanda y de los beneficios de la libre competencia en el mercado externo. Las vinculaciones con ese mercado se desenvolvieron de manera dificultosa, tanto por las condiciones en que se encontraba el aparato productivo, como porque la producción debió participar en un mercado crecientemente competitivo y fluctuante. Si bien los precios internacionales del café mostraron un alza tendencial en el curso del siglo XIX, esta tendencia se vio interrumpida por caídas coyunturales condicionadas más por los niveles de la oferta mundial, sujeta a intensas variaciones climáticas que por modificaciones en la demanda. Esos vaivenes afectaron no sólo el funcionamiento de la agroexportación sino también la dinámica de la sociedad venezolana en su conjunto, de tal manera que la caída de los precios abría períodos críticos de intensas y variadas repercusiones. Descenso de los ingresos, desequilibrio de la balanza comercial, disminución en la demanda de bienes y servicios y del circulante, así como contracción de los gastos de los productores y del crédito ofrecido por los comerciantes y déficit fiscales, fueron algunos de estos efectos que, con frecuencia, estuvieron asociados a cambios políticos.
Estancamiento de la agroexportación:Condicionada por los factores mencionados, la agroexportación pareció encontrar un techo a su crecimiento hacia la última década del siglo XIX. En 1889, las exportaciones de café alcanzaron un nivel que, con alzas ocasionales y poco sostenidas, se mantuvo hasta la década de 1930 y los rendimientos por hectárea acentuaron su descenso iniciado a fines de la década de 1870. Para 1875, la producción por hectárea era de 2.225 kg, según las estimaciones realizadas por J.A. Barral en su obra Porvenir de las grandes explotaciones en Venezuela, publicada en 1881, mientras que en la década de 1890 Delgado Palacios la estimaba en 658 kg en la zona central. Esta tendencia decreciente era producto de la expansión hacia terrenos poco aptos para el cultivo y fundamentalmente, de los sistemas de trabajo basados en un escaso laboreo, adecuándose a la carencia de capitales y a la escasez de mano de obra. Aunque en los primeros momentos, la incorporación de nuevas tierras había permitido atenuar el efecto del descenso de la productividad en los volúmenes de producción, a fines de siglo, el ritmo de ocupación de este tipo de tierras comenzó a disminuir, ya que sólo quedaban disponibles aquellas tierras de más difícil acceso donde la producción se encarecería por los costos de transporte a los puertos de embarque. Por otra parte, no había mano de obra utilizable en las condiciones requeridas. El cambio de ritmo era aún apreciable en las áreas de los Andes y del macizo Oriental donde el proceso continuaba con más intensidad. Al finalizar el siglo XIX, la agricultura del café se hallaba incapacitada para competir con otras regiones de América Latina, como Brasil que, contando con ventajas comparativas que hacían más rentable su producción y le daban mayor posibilidad para tolerar los períodos de bajos precios, habían generado una considerable expansión de la oferta mundial. En esas condiciones, el café venezolano comenzó a perder significación en el mercado mundial, aunque hasta 1909 se mantuvo como segundo productor, muy distante del primer lugar ocupado por Brasil. Con altibajos, la situación de estancamiento se prolongó hasta 1929 cuando por la aguda caída de los precios internacionales, la producción de café y la agroexportación en general, entraron en una crisis que arrastró tras sí al resto de las actividades agropecuarias.
La hacienda:Este patrón de organización de la producción que se había establecido en Venezuela en el siglo XVIII con el auge del cacao, se extendió durante el siglo siguiente a lo largo del territorio, desarrollando rasgos que ya se advertían en aquel momento, entre los cuales cabe destacar la limitada capitalización, el laboreo poco especializado con bajos niveles de jornada-hombre por hectárea, la concentración de la propiedad de la tierra y la vinculación de la mano de obra fundamentalmente mediante mecanismos de coerción. La tendencia a la concentración de la propiedad de la tierra presente en los valles de Caracas y de Aragua desde fines del siglo XVIII, se acentuó a partir de la ruptura del nexo colonial, mediante la ocupación de tierras baldías nacionales y ejidales reconocida en las leyes de 1821 y 1848, de tierras de las comunidades indígenas disueltas durante el período de la Gran Colombia y de tierras de las órdenes religiosas. Al mismo tiempo, ocurrieron cambios de propietarios como consecuencia de la agitada dinámica sociopolítica del período. Las haciendas tendieron a ampliar sus linderos incorporando laderas y vertientes que, al cobrar valor económico con el café, eran la única vía de incrementar los volúmenes de producción, dado el mantenimiento de las condiciones tecnológicas de los cultivos. Esa ampliación, asimismo, permitió a la hacienda contar con tierras abundantes para la producción conuquera de la mano de obra, conjugando de manera permanente la producción para los mercados internos y para la subsistencia. Considerando la vinculación de la mano de obra a la hacienda durante el período, el rasgo dominante fue la generalización del peonaje. Al iniciarse el siglo XIX, parte de la mano de obra de la hacienda era esclava que, si bien había incrementado su número en las últimas décadas coloniales, no representaba la población trabajadora más importante. Humboldt estimaba ya que en ese momento existían 60.000 esclavos, de los cuales dos tercios se encontraban en la provincia de Caracas. De acuerdo con John Lombardi, en 1810 aquella población no representaba más de un 5%, aunque en las principales zonas agrícolas podía llegar al 9 o 10% de la población total. En el curso de las décadas siguientes, esta población fue disminuyendo como consecuencia de la prohibición de introducir esclavos a partir de 1810 y de las posteriores leyes de manumisión. Los siguientes datos que presenta este último autor son reveladores de la pérdida de significación de la esclavitud: en 1844 constituía el 1,75% de la población; sólo un 3% de la población tenía esclavos y de ella sólo un 20% poseía más de 10. Si bien gran parte de esa mano de obra se hallaba incorporada a las haciendas, su importancia residía en que representaba la mayor parte del capital de los hacendados, utilizado como garantía para sus préstamos. Al mismo tiempo, la población libre de negros, indios y pardos, que desde el período colonial representaba la mano de obra mayoritaria de la hacienda, como bien lo constataron Humboldt y Depons en la primera década del siglo XIX, se mantuvo en ascenso después de la ruptura del nexo colonial, de tal manera que, cuando se abolió la esclavitud en 1854, el peonaje, que era la forma de vincularse la población libre a la hacienda, estaba ya plenamente establecido. Los antiguos esclavos tendieron a convertirse en peones de las haciendas en condiciones económicas similares y a veces, peores a las de su situación anterior, a la vez que continuaban siendo objeto de una discriminación basada en el factor étnico. Aunque la existencia de una población sin tierras representaba una oferta potencial de mano de obra, las condiciones de trabajo y los niveles de remuneración parecían no ser muy atractivos y de allí los factores de resistencia y la expansión del conuco libre de los que tanto se quejaban los hacendados, y la puesta en práctica de mecanismos diversos: cesión en usufructo de tierras de la hacienda para la producción conuquera, endeudamiento mediante los adelantos hechos a los peones por los hacendados y otros mecanismos de coerción respaldados por reglamentaciones provinciales para normar el trabajo y combatir el vagabundeo, las cuales frenaban la producción independiente y obligaban a la población con escasos medios de subsistencia a contratarse en las haciendas.
La producción familiar conuquera y la agroexportación:Con el café, la producción familiar de cultivos mixtos se incorporó también a la corriente del mercado internacional. De importancia particularmente en los Andes, donde se había multiplicado desde los primeros años de la República con cultivos de caña de azúcar, papas, trigo, maíz, frutos menores y ganado, este patrón de producción, el conuco, se expandió en el territorio desde mediados del siglo. Esta producción se fundaba en la posesión de pequeñas y medianas extensiones de tierra por un grupo familiar que realizaba dicha producción usando su propia fuerza de trabajo y la de otros grupos familiares bajo formas de reciprocidad. La asociación del café con otros cultivos y actividades de subsistencia, al igual que en la hacienda, le daban a este patrón de producción una alta capacidad para adaptarse a las condiciones del mercado. Si bien el cultivo se realizaba con las mismas condiciones tecnológicas de la hacienda, el beneficio era rudimentario, por la imposibilidad de hacer inversiones para tecnificar esta tarea, como fue más frecuente en las haciendas. La producción de un fruto de poco acabado y con menor precio en el mercado, unido a las condiciones desventajosas de la comercialización establecidas por comerciantes intermediarios y a la necesidad de recurrir a créditos usurarios, entre otros factores, contribuyeron a que este patrón de organización de la producción tuviera una baja capacidad de generación de beneficios.
Organización de la producción ganadera:El hato constituyó el patrón predominante de la cría de ganado, extendida en la geografía llanera. Su funcionamiento como cría de ganado en libertad le impuso al hato un fuerte carácter latifundista, el cual se acentuó en el siglo XIX por la venta de tierras ejidales y nacionales o su entrega por la compensación de préstamos contraídos o haberes militares; así como por la venta de tierras valorizadas por efecto de las guerras y el cambio de manos de propiedades por presión política. Dadas las condiciones tecnológicas de realización de la actividad ganadera, las necesidades de mano de obra y de capitales fueron muy limitadas por lo que, a diferencia de la hacienda, el hato no fue afectado por estos problemas, pero sí por el permanente abigeato y los diferentes gravámenes que hasta la década de 1860 pesaron fuertemente sobre la ganadería. J.R. de H.
Siglo XXEl país agroexportador (1900-1935)Durante los primeros 40 años del siglo XX Venezuela, en lo relativo a la actividad económica, presentaba aún características semifeudales, con muy escasa población (menos de 2.500.000 h en 1900 y 2.900.000 en 1926) diezmada por las endemias, con coeficiente de mortalidad de 16 por 1.000 y una expectativa de vida de 38 años, con un 66% de analfabetos y más de 500.000 niños sin escuela para la última fecha antes citada. La agricultura no escapaba a esta crítica situación, asfixiada por el latifundio y el gamonalismo. En 1926, la población rural representaba el 85% de la población total. La producción agrícola constituía el soporte fundamental del país y estaba reducida a un limitado grupo de rubros, con una preponderancia absoluta por parte del café. Entre 1909 y 1929, los ingresos nacionales obtenidos a través de la exportación de este fruto se cuadruplicaron hasta llegar, en el último año, a casi Bs. 134.000.000 y representaron, a su vez, el 25% del valor total de las exportaciones. El resto estaba representado por el cacao, ganado en pie, carnes, azúcar, tabaco, principalmente y por el petróleo. Pese a que la vida económica dependía fundamentalmente de la agricultura, los productores agrícolas nunca habían ejercido influencia preponderante en la conducción del país. Durante el auge cafetero, quienes realmente se beneficiaban eran los comerciantes exportadores. Algunas cifras bastarán para caracterizar la agricultura de esta primera etapa: el producto agrícola en la primera década del siglo XX representaba el 70% del producto territorial bruto (PTB) y el 85% de las exportaciones, principalmente de café, cuyas fluctuaciones de precios a nivel internacional afectaban más el volumen exportado que el ingreso correspondiente. Las existencias de ganado, en 1922, no llegaban a 2.800.000 cabezas y eran apenas un 33% superiores a las estimadas por Agustín Codazzi en 1839, es decir que habían crecido a una tasa interanual de 0,41%, habiendo llegado a disminuir para el año 1910 hasta 1.500.000. Hasta la aparición del petróleo, los únicos calificativos que pueden utilizarse para caracterizar la agricultura y el país son los de primitiva y paupérrimo, respectivamente. La munificencia con la cual se concedieron prebendas y exoneraciones a las compañías petroleras y la aparición de una nueva fuente de demanda para alimentar los carros, aviones y buques para la Primera Guerra Mundial, hicieron posible que ya para 1926 los ingresos petroleros superasen al café como principal producto de exportación. Venezuela había dejado de ser un país agrícola para comenzar a ser un país petrolero. El régimen de concesiones petroleras, amparado en una ley anacrónica de 1881, cuyos efectos se vieron agravados con los exiguos impuestos por unidad de superficie (Bs. 0,75 por hectárea), vino a empeorar los problemas de concentración latifundista. Según el historiador Federico Brito Figueroa, en 1920, el 85% de las tierras para pastos y cultivos eran detentadas por el 8% de la población. Las exportaciones agrícolas representaban, en 1925, el 62% de las exportaciones totales. El desplazamiento del café por el petróleo, después de 1925, además de afectar directamente la agricultura venezolana, continuó acentuando los efectos del gamonalismo, el latifundio y, en general, las secuelas de una sociedad tradicional. La explotación petrolera ocasionó el aumento de las migraciones que ya había originado el paludismo, con la consecuente reducción de la población agrícola y el inicio de la marginalidad en las ciudades. Casi como único rasgo positivo, aunque de alcance limitado, está la creación, en 1928, del Banco Agrícola y Pecuario. Otro elemento que causa importantes modificaciones en la estructura de la agricultura venezolana es la gran crisis de 1929, una de cuyas manifestaciones es la caída de los precios en las exportaciones agrícolas tradicionales, la cual, a su vez, trae como consecuencia la ruina de los productores. Las unidades de producción agrícola y pecuaria van a pasar, gradualmente, a manos de las casas comerciales o de particulares que ejecutan las hipotecas sobre fincas y hatos para tratar de recuperar los créditos concedidos. Esto acelera el proceso de concentración del latifundio en manos, tanto de Juan Vicente Gómez como de la plana mayor del régimen de la rehabilitación nacional y, al mismo tiempo, acelera un proceso de transformación de la agricultura a través del cambio de uso que se le da a la tierra. Ya no se habla en términos de agroexportación, sino de agricultura intensiva o de agricultura al servicio de la industria y del creciente proceso de urbanización.
Saneamiento antimalárico y arranque de la Venezuela moderna (1936-1957):A mediados de la década de 1930 ocurren acontecimientos importantes para la historia agrícola del país: el inicio de las obras de saneamiento antimalárico y el reparto de quinina entre la población, de la cual una tercera parte (es decir, 1.000.000 de personas), padecía de paludismo. La muerte de Juan Vicente Gómez y el advenimiento de un gobierno, en diciembre de 1935, que consideraba que «¿Como principio, no queda en pie ningún personalismo?», la creación, en 1936, del Ministerio de Agricultura y Cría, así como la creación de las escuelas superiores de agricultura y veterinaria, el establecimiento de estaciones experimentales, granjas de demostración, cátedras ambulantes de agricultura, catastro de tierras baldías, la política de conservación de los recursos naturales, la organización y desarrollo de la pesca, son algunos de los aspectos de esta transformación. Sin embargo, en 1937 la agricultura contribuía con sólo el 22% a la formación del PTB y sus aportes relativos continuarían descendiendo año tras año. No obstante esta pérdida de importancia relativa de la agricultura con respecto a los demás sectores económicos, después de 1936 comienza un proceso cuyo balance es positivo tanto en sus aspectos cuantitativos como cualitativos. El producto agrícola creció en cifras absolutas y con tasas superiores al crecimiento demográfico, aun cuando tal crecimiento no satisfizo la demanda y siguió siendo necesario recurrir a importaciones en forma creciente. En este sentido, es oportuno mencionar que Venezuela, aun desde la época agroexportadora, era un importador neto de alimentos: en 1913 se importaba el 20% de los alimentos que se consumían y en 1936 el 15%. La campaña antimalárica, iniciada en 1934, pero desarrollada intensivamente durante los períodos gubernamentales posteriores a la muerte de Gómez, es sin lugar a dudas, una de las contribuciones más importantes para el crecimiento de la agricultura venezolana, al hacer posible la incorporación al territorio agrícola de grandes extensiones de suelos de buena calidad, especialmente en los llanos. Con la creación del Instituto Técnico de Inmigración y Colonización (ITIC), en 1938, comenzó a vislumbrarse la posibilidad de distribuir algunos de los latifundios gomecistas entre colonos nacionales y extranjeros. En 1945 y 1948, respectivamente, se promulgan sendas leyes de Reforma Agraria y se crea un Instituto Agrario Nacional (IAN) el cual, sin embargo, no llegó a funcionar en esa primera etapa. Los 2 gobiernos que las promulgaron, Isaías Medina Angarita y Rómulo Gallegos, fueron derrocados al poco tiempo de haberse sancionado ambas leyes. En 1949, se dicta un Estatuto Agrario y se crea de nuevo el IAN, el cual comenzó a funcionar en 1950. Al amparo de ese estatuto, se inicia una política de colonización, cuyos desarrollos más importantes fueron la Colonia Turén (Edo. Portuguesa) y el sistema de riego del Guárico. A mediados de la década de 1940, comienza a desarrollarse un programa azucarero a escala nacional y en 1949, se inicia el plan arrocero de la Corporación Venezolana de Fomento en los estados Cojedes y Portuguesa, abriendo así nuevas zonas que expandieron significativamente la frontera agrícola. La incorporación masiva de maquinaria, el uso de fertilizantes, insecticidas y herbicidas, semillas mejoradas, etc., características de los cultivos en hileras, iniciaron un sistema de cultivos anuales intensivos, con poca utilización de mano de obra y altos requerimientos de capital.
La etapa agraria (1958-1978):A partir de 1959 comienzan a adquirir relevancia los planteamientos que los sectores más progresistas habían venido haciendo, desde 1936, sobre la necesidad de modificar la estructura agraria, poniendo especial énfasis en la adjudicación de tierras al campesinado y eliminar regímenes indirectos y por ende, primitivos e injustos, de tenencia de la tierra. Durante el año de 1959 se elabora el Informe de la Comisión de Reforma Agraria y se presenta al Poder Ejecutivo un anteproyecto de ley. El 5 de marzo de 1960 fue promulgada la Ley de Reforma Agraria por el presidente Rómulo Betancourt, en el campo de la batalla de Carabobo. El cambio de los sistemas de vida rural, la disminución, tanto de las formas indirectas de tenencia, como de la dispersión de los pobladores del campo, el mejoramiento de las comunicaciones, de la vivienda y de los servicios básicos, son algunos de los logros de la reforma agraria, la cual además, hizo posible la expansión de la frontera agrícola mediante la incorporación de grandes extensiones de tierras baldías y ejidos, pertenecientes al Estado o los municipios, y una menor proporción de tierras de propiedad privada; como era de esperar, no siempre los suelos de los predios adjudicados a los beneficiarios de la reforma agraria eran de buena calidad, lo cual trajo como resultado la utilización de tierras marginales para determinados sistemas agrícolas. Se incrementó el número de pequeños y medianos productores, muchos de los cuales antes eran «conuqueros» o hijos de campesinos sin tierra y constituyeron el germen de una categoría de profesionales y medianos empresarios en ascenso. En el lapso 1960-1971 disminuyó sensiblemente la proporción de productores que labraban la tierra bajo regímenes indirectos de tenencia y aumentó la de propietarios. El producto interno agrícola (PIBA), entre 1959 y 1978, mostró una leve tendencia a la disminución, al pasar de 5,6% entre los años 1959-1964, a 4,7% entre 1974-1979, con una tasa promedio de crecimiento interanual cercana al 4%, superior a la tasa de crecimiento de la población. Aunque no es posible determinar el año de culminación de este período, se puede inferir, a partir de la proporción de las asignaciones presupuestarias correspondiente al IAN respecto a las asignaciones dirigidas a organismos públicos del sector agrícola (1959-1963 = 67%; 1974-1978 = 12%), que fue en este último lapso cuando terminó la etapa que se ha denominado como agraria. En cuanto a la organización institucional de la agricultura, es en esta etapa cuando se crea la mayor parte de los institutos autónomos de carácter público, descentralizados o no, que tienen o tuvieron encomendadas funciones específicas en el sector agrícola: el Fondo Nacional de Investigaciones Agropecuarias (FONAIAP), los fondos de Desarrollo Algodonero, del Ajonjolí, Frutícola, del Café, del Cacao, de Crédito Agropecuario, la Corporación de Desarrollo Agrícola, el Banco de Desarrollo Agropecuario y la Compañía Nacional de Reforestación. En el sector privado se destaca la creación de la Fundación Servicio para el Agricultor (FUSAGRI) que tuvo su origen a principios de la década de 1950 en el Servicio Shell, creado por la Compañía Shell de Venezuela. En 1977 nace la Fundación Empresas Polar bajo el patrocinio de Empresas Polar y en cuyas actividades tiene papel preponderante el apoyo a la investigación agrícola y el desarrollo de metodologías para la transferencia tecnológica.
El período de la recesión de la agricultura (1978-1983)Constituye una etapa que se inició con los primeros síntomas que anunciaban el final, inadvertido entonces, de la economía rentística petrolera, en la cual el crecimiento del PIBA, presentó un crecimiento promedio anual de sólo 1,4%, inferior a la tasa de crecimiento poblacional (3,1%) y muy por debajo de las tasas de crecimiento del PIBA durante el período 1958-1978; disminuyó la superficie cosechada en más de 364.000 ha (1978: 1.872.324 ha; 1983: 1.507.722 ha), es decir, a un ritmo de 4% interanual; disminuyó la producción primaria agrícola de bienes destinados a la alimentación (arroz, maíz, caña de azúcar, oleaginosas, etc.), aunque el abastecimiento aumentó, al recurrirse a importaciones, factibles por la sobrevaluación del bolívar hasta 1983 y la abundante disponibilidad de divisas, lo cual compensó la insuficiente producción nacional de alimentos de origen agrícola. Durante el período ocurrieron cambios importantes de política: colapsó la Corporación de Mercadeo Agrícola, creada el año de 1970; se eliminaron los subsidios a los fertilizantes, con el consiguiente incremento de los costos de producción; disminuyó el gasto público agrícola anual en más del 30% respecto al quinquenio anterior; igualmente se observaron disminuciones en el monto promedio anual (-26,5%) de créditos concedidos por la banca agrícola oficial (Banco de Desarrollo Agropecuario, Fondo de Crédito Agropecuario e Instituto de Crédito Agrícola y Pecuario); caída en la inversión agrícola real (-18,55%). La excepción fue el crecimiento del subsector agrícola animal (3,8%) producto de la disminución de los precios internacionales de las materias primas para la fabricación de alimentos balanceados para animales, cuyos patrones de alimentación se basan en productos importados, mayoritariamente sorgo y soya.
La aparente bonanza (1984-1988):La agricultura ostenta un crecimiento inusitado: el PIBA crece a una tasa de 6,7% interanual, especialmente en los rubros que habían presentado tasas muy bajas de crecimiento en el período anterior (maíz, sorgo, caña de azúcar, oleaginosos, etc.), mientras que el subsector animal mantuvo una tasa similar a la del período anterior (3,4%). La política de severas restricciones a las importaciones, así como las relacionadas con el tipo de cambio, la restitución de los subsidios a los fertilizantes y las tasas de interés, hicieron posible lo que se conoció como «el milagro agrícola», es decir, aumentó tanto la superficie cosechada (1985: 1,85 millones ha; 1988: 2,33 millones ha), como la rentabilidad de los rubros más importantes, aquélla por la incorporación de nuevas áreas, muchas de ellas con suelos de calidad marginal, y la rentabilidad por efecto de la disminución de los costos de producción ocasionada por los subsidios al crédito y a los fertilizantes, principalmente. La incorporación de tierras marginales, a su vez, causó una sensible disminución de la productividad de la tierra. Como se vio más tarde, el Estado venezolano no pudo continuar sosteniendo los elevados niveles de gasto público que implicaban tales medidas, ni eliminar las distorsiones estructurales presentes en la agricultura.
El Programa de Estabilización y Ajustes Estructurales (1989-1993):Las políticas económicas que prevalecieron en la década de 1980, basadas en un modelo de acumulación capitalista rentístico, es decir, soportados por la renta del petróleo y no producidos realmente por la actividad económica interna, produjeron grandes desajustes macro y microeconómicos. Al disminuir sensiblemente los ingresos provenientes del petróleo, el Estado no dispuso de recursos suficientes para cubrir las grandes operaciones requeridas para mantener la tasa de crecimiento de la agricultura, a la vez que honrar los compromisos derivados del servicio de la deuda externa y atender las crecientes demandas del abultado sector público. Ante esa situación, el gobierno adoptó una serie de políticas conocidas popularmente como «el paquete», las cuales consistieron en liberalizar la economía, antes sujeta a múltiples controles, así como la iniciación de reformas comerciales, fiscales y financieras y de políticas salariales sin intervención estatal; al mismo tiempo, se comenzaron a aplicar las reconversiones agrícola e industrial, con la finalidad de enfrentar la competencia externa y aumentar las exportaciones haciendo más competitivo el aparato productivo. Las consecuencias más importantes fueron: el estancamiento del producto interno bruto agrícola (PIBA), la caída del gasto real agrícola anual (1984-1988: 6.900 millones; 1989-1993: 5.400 millones); el crédito agrícola de la banca oficial disminuyó en 48% y la formación neta de capital fijo, a un promedio anual de 67%. Otros impactos negativos consistieron en la disminución de la ocupación y la no recuperación de los salarios reales agrícolas. No obstante, también se obtuvieron algunos resultados positivos en varios rubros importantes, como el aumento de la producción y de la productividad de la tierra y del trabajo y la racionalización del uso de fertilizantes, agroquímicos y del capital agrícola. H.F.
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Los nombres en azul reflejan la existencia de estas voces en el Diccionario de Historia de Venezuela en sus versiones papel y multimedia.
http://www.fpolar.org.ve/nosotros/educacional/economia/agricultura.html#XVI